La tarde nublada y fresca ayudó. La pasión por el ciclismo se expandió y muchos sanjuaninos decidieron tomar como salida dominical el viaje hasta la Difunta Correa, aprovechando, además que la carrera pasaría por la Cuesta de las Vacas. En los cuatro kilómetros de extensión que tiene el promontorio había estacionados en sus banquinas, aproximadamente 500 movilidades, que a un promedio de cuatro, a veces más, pasajeros daban un número de 2.000 almas.

Hubo más gente en esta ocasión que en la pasada Doble Difunta Correa. También es cierto que hubo unos 20 grados menos. El pasado 30 de diciembre el Sol reverberaba en la acera y el termómetro marcaba 50 grados en el pavimento.

Más allá del tema climático, que influyó, también sirvió como imán ver en vivo y en directo la lucha por la clasificación general. La Cuesta es un punto neurálgico del tramo y allí se producen los ataques y contraataques para tratar de seleccionar el grupo. Tan así es que en ese lugar, Daniel Zamora se quedó sin varios de sus escuderos. Los dos Montivero, Fernández y Mansilla, se retrasaron medio minuto.