Mejor, imposible. Un final de año para festejar largamente en el Barrio Atlético, porque Trinidad cerró este 2011 con una victoria trascendental frente al líder de la Zona 7, San Martín de Mendoza, sumando tres puntos clave desde todo sentido porque se demostró que puede, salió de la zona de peligro por el descenso y se despidió de esta parte de la temporada sin ser el último del grupo. Fue victoria merecida por 2-1, sustentada en la actitud para sobreponerse a todo: lesiones y arbitraje, en especial. Fue triunfo sanjuanino marcado por la capacidad de un equipo que sabe que puede y necesitaba demostrarselo a si mismo. Empezó bien y terminó mejor.

A los 13’ del primer tiempo, tras una jugada preparada a la salida de un corner, Hernán Muñoz habilitó a Cristian Francisco para que definiera solito ante Batistella y pusiera el 1-0 favorable al León sanjuanino. Después, en lo que restó de ese primer tiempo, Trinidad intentó tener la pelota y no pasó demasiados sobresaltos más allá de una tapada de Ignacio Díaz, a los 38’, que le sacó una pelota infernal a Alaniz. Tanto se estiró que terminó lesionado el arquero sanjuanino. Allí empezaron los problemas y el desafío en paralelo de sobreponerse. Se lesionó Díaz y en el complemento, ingresó el juvenil Junco. Parecía que lo tenía controlado Trinidad, pero a los 15’ en una falta intrascendente en el costado derecho, el árbitro Chade sacó de la jugada a Muñoz porque marcó que iba a dar la orden, pero no lo hizo y San Martín movió rápido para sorprender a todos y dejarlo a Coria para que empatara.

El 1-1 parcial sirvió para que Trinidad sacara a la luz su amor propio. Se fue encima del puntero y a los 30’ lo bajaron a Paratore para que el juez marcara penal y Luciano Rodríguez lo convirtiera en el gol del triunfo más resonante del año para un Trinidad que terminó a pura sonrisa.