Quedan 35 días para el inicio de la Copa América y la pregunta que todos se hacen es para qué sirven estos amistosos. Es que Sergio Batista se desarma en explicaciones repitiendo que analiza jugadores, que busca alternativas, que les da chances a todos pero el tema es que para la Copa, los “extranjeros” serán los convocados y de esta Selección doméstica, si apenas surgen 3 o 4 nombres será casi milagro. Pero hubo un partido y Argentina fue un torbellino. Atrás y adelante, cuidado.
1 Carita feliz
La vocación ofensiva que le imprime Batista a sus equipos es innegable pero en esa postura hay posiciones que conspiran contra los propios protagonistas del libreto elegido. Pero Argentina va y busca, siempre al ataque. Aunque Lamela se mueva de punta, aunque Valeri se abra como extremo. Esa apuesta es saludable y frente a un seleccionado juvenil de Paraguay, la categoría de los argentinos marca las diferencias. En esa, el rostro argentino fue el mejor de la fiesta en Chaco. Apostó a jugar, a respetar la pelota, a ir por los costados siempre. Ese es su mejor rostro. La sociedad Chávez-Valeri-Pérez fue la generadora de lo mejor que se vio en Argentina. Esa es la esencia del modelo que pregona Batista pero que necesita otros fundamentos.
2 Rostros serios
En contrapartida, a la saludable apuesta ofensiva, Argentina le contrapuso algunos serios desacoples defensivos que le pudieron causar más problemas de los que realmente tuvo. En su dupla de centrales no se vio la seguridad necesaria como para sustentar la idea de ir al ataque porque Argentina se hizo frágil en los envíos cruzados y en las pelotas detenidas. Perdieron mucho y mal y costaron goles. Es la contracara. La que preocupa porque enfrente estuvo un Paraguay B, que en el concierto internacional es rival de tercera categoría y Argentina lo sufrió más de lo pensado. Batista tendrá que resolverlo. Aunque no se sepa bien para qué.
3 ¿Hay una base?
La utilidad de estos amistosos siempre estuvo cuestionada desde que se diagramaron. Argentina local no puede ofrecer más de lo que muestra y sabido es que la óptica del cuerpo técnico es afrontar la Copa América con gente del exterior. Por eso, el cuestionamiento es saber si hay una base real como para sacar conclusiones: en el arco, en defensa, en el medio y arriba. Saber si el cuestionado Juan Pablo Carrizo podrá ser el 1 en la Copa, esperar que Ivan Pillud se convierta en el heredero de Zanetti, imaginar a Diego Valeri tocando con Mascherano, etc. Argentina jugó, goleó y ganó. La gran pregunta es para qué. Solamente Batista, Grondona y los que manejan las selecciones sabrán si hay respuesta. Por ahora, con gritar goles y más goles que no ganan nada, alcanza y sobra. Hay que esperar.

