Si bien el Verdinegro perdió en tiempo de descuento, en lo que para muchos fue una jugada desafortunada y en el momento en que ya no podés cambiar nada, fue un freno para San Martín ya que hubo muchos porqué en la caída ante Atlético Tucumán. Se puede justificar que el torneo recién empieza, que no tiene a disposición todo el plantel y que varios de los jugadores se están conociendo. No obstante están los otros argumentos, los que debe modificar para no dar ventajas y terminar sufriendo.

Y tiene que ver en los nombres y las ubicaciones que Daniel Garnero (foto) les dio. Que fue similar, pero no igual, a lo propuesto en el debut ante Aldosivi donde ganó 3-0. Porque esta versión de visitante no llegó a ser la de local, teniendo su punto más notorio en la falta de volantes de marca, que jugando lejos de Concepción no se pueden ignorar. En el fondo, el punto fuerte que resultó ante los marplatenses, habían hecho un trabajo aceptable pero el tremendo error en la última jugada lo opacó. Mientras que adelante la falta de profundidad, claridad en los metros finales y escasa oportunidad de gol, marcaron que para San Martín era difícil que en Tucumán saliera del cero en su tanteador.

Las improvisaciones y falta de variantes en su juego le costaron la primera derrota de la temporada. El San Martín de la fecha inicial pegó en los momentos justos y por eso el 3-0, pero también fue desapareciendo en el segundo tiempo. Mientras que en el juego en sí, no fue el dominador total y ahí la sorpresa tras la victoria abultada. La misma sorpresa que obtuvo en Tucumán cuando perdió y trató de buscar los argumentos que lo llevaron a eso. Que los tiene, sabe y debe corregir. Que Barone haya querido salir por abajo en la última jugada del partido cuando su característica es despejar, marca un signo negativo porque terminó con gol rival. Garnero les pidió en la semana salir jugando, pero cuando se pueda y haya tiempo. En el centro de la cancha improvisar con Bogado y Mattia como doble 5 cuando no son volantes centrales y no tienen marca fue el pecado de más alto costo. Corrieron con la cancha torcida, les costó levantar la cabeza y se encontraron con espacios grandes y que no pudieron cubrir, simplemente porque ese no era su lugar. De tres cuartos para adelante, la ausencia de un conductor se repitió. No hay una descarga y menos alguien que desequilibre y le de creación y panorama a la jugada. Y esto va de la mano con los delanteros, a quienes poco los abastecen, deben retroceder demasiado y su aporte en el área es nulo. Todos síntomas de un equipo en formación, que debe aprender rápido de los errores y poner a cada uno en su lugar. Ahora se viene Independiente Rivadavia, el clásico que los hinchas quieren ganar y que puede volver a poner en rumbo al equipo, o seguir probando sabiendo los riesgos que se corre.