Las lágrimas no lo dejaban hilvanar palabras. Es que el sanjuanino Benjamín Carrizo llegó a rozar la gloria con sus manos y la alegría se le esfumó en el último suspiro. Después de una buena faena, el joven que el próximo 14 de mayo cumplirá 16 años, llegó a una definición de su carrera con otros dos rivales, el entrerriano Nicolás Rubattino y el catamarqueño Francisco Vargas. Los tres habían sacado una importante diferencia al resto, mucho por garra y convicción propias y un poco, también es justo destacarlo, por el buen trabajo de equipo de la sanjuanina que, con mayoría de ciclistas (siete en el pelotón) controló el ritmo del grupo para asegurar la pelea de una medalla.

Dentro de su categoría, en San Juan, Carrizo no es de los más ganadores, pero ayer se movió con inteligencia y se convirtió en protagonista principal de la prueba. Fue el primero en atacar para “mover” al pelotón. Después siempre estuvo en la cabeza del grupo grande con la idea de prenderse en alguna fuga.

Junto al entrerriano Rubattino sacaron una diferencia importante al cumplirse la mitad de la carrera, prevista a cuatro giros al anillo de la Avenida de Circunvalación. El medio minuto que tenían con el pelotón se mantuvo por medio circuito hasta que los conectó el catamarqueño Francisco Vargas. El trío se mantuvo al frente por lo dicho antes, su hambre de gloria y la pasividad que le imponían al pelotón el resto de los sanjuaninos que salían a marcar cualquier ataque y lo abortaban rompiendo las escaleras. Al culminar el penúltimo circuito e ingresar en los 16,2 kilómetros finales, la luz se estiraba a 53 segundos.

Después de la “subida” al puente de Av. Paula Albarracín de Sarmiento un grupo de cinco ciclistas se pusieron a tiro de escopeta. Los juninenses Agustín Del Negro y Juan Salazar, el puntano Andrés Fernández y los sanjuaninos Angel Echegaray y Leonardo Chavez, acortaron a 29 segundos.

Todo parecía indicar que habría acople y que quedarían tres sanjuaninos en el grupo de ocho, sin embargo, entre el viento que pegaba de costado y la desesperación que se transformó en angustia minó la resistencias de los perseguidores.

Aún con las luces de las movilidades que seguían al grupo que venía segundo, los tres punteros no perdieron la fe. Apretaron los dientes y ajustaron su pedaleo, lo que les permitió arribar al ingreso en la parte más pesada, después del puente de calle San Lorenzo con una ventaja de 1m07 sobre sus más inmediatos perseguidores quienes fueron fagocitados por un pelotón que se despertó tarde.

En los últimos cinco kilómetros las diferencias entre los escapados y el grupo mayoritario se fueron achicando, pero en ningún instante se notó que se pusiera en peligro la posibilidad de repartirse las medallas entre los tres primeros.

Así se llegó al final. Una victoria de Carrizo le daba a San Juan la posibilidad de empardar en medallas de oro a Pueblo de La Paz y lo convertiría, por tener mayor cantidad de preseas (sumando las de plata y bronce) en el ganador del medallero.

Quiso el destino, muchas veces tan cruel, que el joven Carrizo, en una pestañeada, pasara de héroe a villano. El pibe rawsino “primereó” con autoridad en el embalaje, atacó por el centro y sacó una bicicleta de diferencia a Vargas, que venía a su derecha, y casi la misma distancia a Rubattino que transitaba por su izquierda.

Se sintió campeón antes de pasar la línea de meta y como venía bien en el embalaje soltó los brazos del manubrio unos 30 metros antes de llegar. Antes había “relojeado” a su derecha y se dio cuenta que el catamarqueño no tenía cómo aguantarle el sprint. No vió por el otro flanco a Rubottini, quien lo superó sobre la raya. Tan apretado fue todo que el presidente de FACPYR, Gabriel Curuchet, en persona, constató el final por el video.

Lo de Carrizo fue un pecado de juventud. Se equivocó por inexperiencia. A sus 15 años le cuesta aceptar que la revancha está a la vuelta de la esquina.