Aunque parezca mentira, cuando las cosas vienen torcidas hasta la suerte es esquiva. Eso le pasa a este San Martín que convocó, aproximadamente 10.000 personas al Bicentenario, a las que ilusionó con un primer tiempo muy bueno en el que jugó de igual a igual y, por momentos superó al Godoy Cruz del Loco Palermo que marcha tercero en la tabla del Torneo Final.

La gente, más allá de la impotencia que expresó con algunos improperios, en su mayoría se retiró con un sabor distinto al de ocasiones anteriores. La lucha, en las doce fechas que quedan, será cruel y mucha, pero manteniendo la actitud que tuvo ayer el equipo, de salir a buscar el partido, intentando ser dueño de su propio destino y no especulando con algún error del rival, permite que la esperanza le vaya sacando unos metros de ventaja a la resignación.

Al clásico jugado ayer, Godoy Cruz lo ganó porque hizo pesar en los momentos claves la jerarquía individual de algunos de sus hombres. Y, también, porque ligó un poco más que San Martín que tendrá que ajustar un poco más sus tareas defensivas. Ayer el primer gol, llegó de corner que cedió Landa, con un rechazo desafortunado posterior a otro de Ledesma que salió hacia atrás, y el tercero fue producto de una salida en falso de Mas quien jugó a la primera intención y quedó pagando ante la arremetida de Obolo.

Tal vez en otras circunstancias, sin tanto apremio, esas acciones hubiesen sido favorables, pero en esta dura realidad golpean feo, especialmente desde lo anímico.

Estos son momentos donde huelgan las palabras. Subir la cuesta será labor diaria de esfuerzo y contracción al trabajo. Ayer se vio otro San Martín, uno que en varios instantes contagió de fe a su público. Cambiar la apatía anterior por la enjundia actual es un paso adelante. Dicen que a la suerte hay que ayudarla. Lo mostrado ayer por el equipo abre una puerta al optimismo.