Dos en uno. Así se podría sintetizar la producción colectiva de un San Martín que entró dando ventajas en el partido, que le costó más de media hora volver al juego y que cuando parecía que lo tenía controlado, resuelto, volvió a caer en esas mismas lagunas y terminó amargado y amargando con un empate que nadie quería en Concepción. Eso es San Martín en este momento de la temporada: dos en uno. Su peor cara la mostró en el comienzo cuando dio todas las ventajas del mundo para que el rival lo lastimara. Tanto, que Unión en su primer ataque lo madrugó feo con el gol del mendocino Salinas. Fueron tantas ventajas en esa primera llegada a fondo del visitante que parecía que San Martín no había entrado a la cancha todavía. Lo peor vino después porque el Verdinegro nunca le pudo encontrar la vuelta a la presión ordenada y escalonada de Unión. No había salida, llegaron los pelotazos y todo pareció el reino del revés porque en ataque López iba por el medio y Martiñones jugaba por afuera. Así. San Martín no preocupaba. Después de los 30’ se despertó el otro San Martín y ahí empezó a jugar. Se soltaron Salas y Bogado, creció Quiroga y San Martín se llevó por delante a su rival. Faltó solamente el gol pero este era otro San Martín, el que tiene argumentos para ilusionar.

En el segundo tiempo, el madrugón fue sanjuanino y San Martín empató rápido. Era el momento, era el instante para definir todo porque ahí nomás llegó el penal pero el golpe de haberlo errado, tocó a todos en el Verdinegro y nuevamente se vio la peor cara. Ya no hubo precisión, ya no hubo profundidad y desde afuera, el técnico Garnero largó en el campo de juego sus últimas fichas. Cambió el esquema, defendió con tres, atacó con tres puntas pero San Martín ya no era aquel que había empatado y que por momentos atropelló futbolísticamente a Unión. Esa dualidad volvió a costarle a San Martín. Esas dos caras que había mostrado siendo uno afuera de San Juan y otro en el Pueblo Viejo, ahora las mostró juntas en solo 90 minutos. El resultado final fue el silbido, la reprobación y muchas caras largas porque este equipo aún no se sabe cuál es. Una dualidad que cuesta puntos y que adormece ilusiones.