Se moría el partido y Peñarol quería salvar algo. Llegó el penal y Mario Alberto Pacheco decidió ejecutarlo. Una decisión que dijo todo: arreglar cuentas pendientes. Le dio fuerte y venció a Tula, puso el 1-1 pero salió despedido a un costado de la Popular Sur y lo gritó a morir. La deuda estaba saldada para el experimentado volante exUnión. Pero ese festejo desató la furia de todos. Se le vino encima Tula, lo buscó, lo expulsaron y cuando se iba, Pacheco protagonizó un duro intercambio de palabras con los dirigentes de Unión que estaban en la platea y también se invitó a pelear con alguien del cuerpo técnico de Víctor Cabello. No pasó a más pero quedó como la gran mancha de un partido intenso pero leal. Las cuentas pendientes entre Pacheco y Unión siguen vigentes. Ayer, solamente se escribió un nuevo capítulo de esta bochornosa disputa que tiene poco de fútbol.
Un segundo de furia

