Acá están, estos son. El equipo campeón de Racing que ayer saltó a la cancha para medirse con Tigre y que luego del empate en un tanto se coronó campeón. La Academia tiene un nuevo momento de gloria en su rica historia.


”Dale campeón”. El grito surge desde Victoria, llega a Avellaneda y se expande por todo el país académico. Es un grito de justicia, un merecido premio para un equipo que agarró la punta en la cuarta fecha y no la largó más bajo ese guía futbolístico y espiritual que se llama Lisandro López.


A los 36 años, Licha se da el gusto que tanto buscó.


Como Diego Milito, volvió de Europa y es campeón. Un título al que le puso su sello con sus goles, su jerarquía, su templanza y su manejo de los momentos, como cuando tomó el toro por las astas después de los porrazos con River.


Un gran premio, además, para Coudet, que armó un equipo fiel a su estilo, que también lo supo enderezar después de esos golpes y que jamás perdió su esencia. 
Las atajadas de un internacional como Arias, las trepadas de Selección de Saravia y Mena, la solvencia de Sigali y Donatti, el cerebro del chileno Díaz, la rueda de auxilio de Nery Domínguez, la joyita de Zaracho, la inteligencia y pegada de Pol Fernández, la influencia de Neri Cardozo, el gol del campeonato -y mucho más- de Augusto Solari, la clase de Cvitanich, el amor propio de Cristaldo.


Racing fue por esta vuelta y la consiguió. Le apostó todo y se recuperó de todo (Centurión Gate incluido). Lo hizo con una campaña espectacular porque no es fácil ganar 18 partidos sobre 24 en el fútbol argentino.