La derrota de la Selección argentina en tierras niponas no significó un harakiri para las pretensiones de Sergio Batista de convertirse definitivamente en el director técnico de la albiceleste. El Checho sigue siendo el favorito para Julio Grondona como el sucesor de Maradona, aunque ayer futbolísticamente el equipo dio un paso atrás desde que Batista se hizo cargo.

Un objetivo crucial se cumplió. La Selección se presentó con sus estrellas, especialmente Messi, y a la AFA llegará el cheque completo desde Japón sin el descuento de 200.000 dólares si no jugaba el astro de Barcelona.

A los jugadores no se les podía exigir más que "presencia". Viajar desde Europa, perder "asistencia" a los entrenamientos de sus clubes, jugar a una hora que sus cuerpos no están acostumbrados y arriesgarse físicamente (de hecho ayer hubo tres lesionados), eran motivos suficientes como para esperar que no asumían este partido como si fuera el último.

Que Romero dio un rebote increíble en el gol, que D’Alessandro no estuvo a la altura de las expectativas, que la presencia de Tevez puede desequilibrar al equipo, quedan en un segundo plano. Batista sacó sus conclusiones y seguramente las aplicará tras ser nombrado definitivamente en el cargo.