Llega Bolivia y su temida altura de La Paz para la Selección argentina. Y con ese escenario se plantean en simultáneo mil interrogantes. Qué si es mito, qué si la pelota dobla, que si es mejor ir con tiempo, que es mejor llegar con lo justo. Todos, se plantean en la previa de 90 minutos de fútbol que para Argentina pueden ser decisivos no sólo desde lo estadístico. Desde lo numérico, meter esos 3 puntos en La Paz frente a un equipo como el boliviano que futbolísticamente está por debajo de Argentina, sería empezar a comprar pasajes para el invierno del 2014 rumbo a Brasil. Desde lo anímico, tendrá triple valor porque será responder categóricamente a los interrogantes que ya quedaron abiertos en ciclos anteriores como el de Diego Armando Maradona, más recientemente. Ese cachetazo del 6-1 en contra aún duele y si bien Argentina hoy es más que Bolivia, borrar aquel atropello futbolístico aparece como el gran objetivo de esta excursión por La Paz. Será cerrar una herida que lacera aún el enorme orgullo albiceleste que teniendo equipo de cientos de millones de euros, fue humillado por un Bolivia que aprovechó y potenció lo suyo ante el desdén con el que Diego y sus colaboradores plantearon aquel choque. El perfil de Sabella es otro. Cuidadoso al extremo, meticuloso, ordenado y profundamente respetuoso de todos. Con eso, Argentina ya tiene un resultado a mano. Después, está lo otro. Soltar su fútbol, explotar su potencial y empezar a cerrar de una vez por todas con todos esos mitos que carcomen el ego futbolero en Argentina. Es una prueba de altura pero no sólo en lo físico, también en lo intelectual. Ese es el desafío para esta Argentina que ya mira el Mundial de cerca y quiere hacerlo con altura.