Dos puntos de los últimos nueve jugados tienen su significado. Y sin ser alarmistas ni mucho menos, en este presente de San Martín algo está pasando. Es que si bien ha conseguido mantener la punta de su grupo y el margen sobre sus perseguidores, en el juego el Verdinegro está sufriendo detalles que han conspirado contra su capacidad para ganar. La falta de contundencia para traducir lo que genera en goles es llamativa porque antes abría los partidos con sus primeras llegadas a fondo y después manejaba el trámite a su parecer, sabiendo que la obligación era del rival. Otro dato que capta la atención es cierta fragilidad en defensa porque en las dos últimas fechas le convirtieron y eso, antes no pasaba.
Ante Boca Unidos, un rival con pretensiones y argumentos, San Martín fue víctima de su propia imprecisión. Ramiro López, quien es el primer toque en cada salida ofensiva, no tuvo la precisión que se le conoce y eso conspiró con la verticalidad de cada intento ofensivo de San Martín. Ese fue uno de los condicionantes. Otros pasaron por la lesión de Federico Poggi, que por izquierda, hace diferencias y asiste con profundidad, mientras que por el lado de Mauro Bogado, el no tenerlo en plenitud física también le quitó ese pase intenso y lacerante para el rival. Arriba, sin Bueno como referente para pivotear, tirarse atrás y enganchar cuando es el momento, terminó llevando a que Dalla Costa y Figueroa no pudieran quedar mano a mano nunca. San Martín no pudo ganar otra vez. Se había mal acostumbrado a ser demoledor en San Juan y esa faceta no la está encontrando. Algo pasa pero no es señal de crisis. Un momento para replantear algunos detalles.

