Llegó a la redacción de DIARIO DE CUYO con su hijo Félix. Lo hizo caminando, después de viajar en colectivo desde su casa de Chimbas. El retador a la corona mundial de peso pluma de la FIB, llevaba en su mano una notebook, envuelta en una bolsa, a la que debía llevar al técnico para que le arregle la pantalla.
La idea de acompañarlo a dar “la vuelta del perro” tuvo su inicio en Joyería y Relojería Tic Tac, donde su propietario, Rogelio Fernández, luego de felicitarlo, colocó en la muñeca izquierda del boxeador un reloj deportivo de color gris. “El próximo, cuando gane el campeonato del mundo será un Citizen, tengo a los periodistas de testigos”, confió el comerciante que tiene, desde hace varias décadas, el hábito de premiar a los deportistas. “Por acá debe haber una foto de Víctor Echegaray a quien le robaron la pelea”, amplió Fernández.
Las reflexiones sobre la pelea iban saliendo a medida que Mauricio caminaba y era objeto de la mirada de muchos comprovincianos que lo conocían y que no se animaban a saludarlo. El saludo con el payaso Luismi, que vendía globos en el cruce de las dos peatonales, se hizo más largo porque el muchacho de la cara pintada le confió que hacía un tiempo había entrenado en el club Mocoroa, cuando Muñoz trabajaba allí.
Un juguito Bonano, disfrutado en la esquina de General Acha y Rivadavia, sirvió para que los conductores de algunos autos que esperaban el verde del semáforo lo identificaran y que al pasar lentamente por cerca suyo lo saludaran con un bocinazo.
Recorrió las vidrieras de las zapaterías buscando las zapatillas que, según su hijo Félix, en respuesta a la pregunta de Osvaldo Príncipi, quien relató la pelea para Antena 1, era el regalo prometido por su padre. “Todos los meses le compro zapatillas, no le duran nada”, afirmó el púgil que está a las puertas de pelear nuevamente por un título mundial. Estaba mirando modelos, cuando Beto, un pintoresco vendedor de billetes de Telekino, lo palmeó y le deseo suerte: “Te felicito, vas a ser campeón”.
Mauricio comentó que el domingo a instancias de un amigo suyo llamado Marcos Fernández con el que había sido compañero en ECO San Juan, visitaron la Difunta Correa. “Ahora no le lleve nada, pero le prometí que si lograba el título del mundo le llevaría los guantes”.
La de ayer fue una tarde diferente en la vida de Muñoz, no hubo sesiones de gimnasia ni rounds de sombra y bolsa, esas en las que a diario le saca lonjas a su físico. Fue una jornada donde con su clásico bajo perfil disfrutó del cariño de su gente.

