Cuando Marta Orellana ganó el sudamericano de Manaos llevaba una vida plenamente dedicada al atletismo. Aun cuando tenía la posibilidad de vivir en el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) decidió radicarse en casa de sus tíos Oscar y Chela que vivían en Palermo Viejo cerca del centro deportivo. Sus días empezaban a las 7 de la mañana cuando salía a recorrer entre 15 y 20 kilómetros buscando el fondo necesario para los 1.500 metros. Los lunes, miércoles y viernes realizaba piques en la pista con el objetivo de conseguir la explosión para rematar en cada prueba. En el resto de los días la jornada vespertina la completaba el gimnasio.

Esa dedicación y los múltiples títulos ganados en su carrera fueron reconocidos en su San Martín natal donde el polideportivo municipal lleva su nombre.

Dejó el atletismo en 2006 y luego de un fugaz paso como instructora de atletismo en la Municipalidad de 9 de Julio ingresó a trabajar en los negocios comerciales de la familia Martinazzo. Hoy atiende al público en la sucursal rawsina de MartSport.
 

  • Atlanta, un recuerdo imborrable

Los Juegos Olímpicos de Atlanta marcaron el punto máximo de Marta Orellana, aunque la marca conseguida no le permitió entrar en la final (2m04s99/100) guarda de esos días en la villa olímpica los más gratos recuerdos. "Fue muy emocionante entrar al estadio y ver tanta gente y tanto colorido. En esa presentación la llama la encendió Muhammad Ali que ya había empezado a padecer el Mal de Parkinson y su presencia fue aclamada por todos los asistentes" rememora hoy la primera atleta olímpica que tuvo San Juan en su dilatada historia con el atletismo. Sus pasos los siguió Viviana Chávez que corrió el Maratón en Río 2016.