
"La gente dice: Si ellos pudieron, nosotros también. Es por eso que tantos hacen ese camino hasta la cruz de hierro que se instaló en el Valle de las Lágrimas. Los mensajes que dejamos junto a las tumbas de los muertos se mezclan con otros mensajes de personas que no conocemos y que dejan allí sus penas, sus pedidos. Es como si depositaran allí su angustia, para luego bajar en paz de la montaña", dijo alguna vez Eduardo Straucht, uno de los rugbiers que sobrevivió a la tragedia del avión uruguayo en 1972, un hecho que conmocionó al mundo y que 46 años después sigue despertando interés. De aquella historia de dolor y antropofagia, el paso del tiempo la fue caracterizando ahora por los valores, el espíritu de grupo, la amistad. Eso inspiró a un grupo de exrugbiers del San Juan RC (con algunos invitados de otros clubes) a realizar una travesía a pie a ese punto de la cordillera en el que aún persisten los restos del avión, a modo de homenaje.
La expedición sanjuanina llegó a El Sosneado, en Malagüe, Mendoza. Y desde allí emprendieron el trayecto a pie. El primer día caminaron 9 horas para recorrer 16 kilómetros. El segundo tramo fueron 33 kilómetros y 13 horas, hasta el Valle de las Lágrimas, a casi 4.000 msnm. Allí se estrelló el avión de los rugbiers uruguayos. "El hecho de ser exjugadores de rugby y a la vez amigos y que en el grupo iban padres con sus hijos tal vez hizo que la experiencia fuera más intensa. Desde lo espiritual, coincidimos en que estar allí fue muy fuerte para todos", señaló Pablo Scadding, exwing del SJRC.
El grupo de expedicionarios estuvo integrado por 29 personas. En total tardaron 3 días y 2 fueron de trekking.
La iniciativa del grupo de exrugbiers, según dijeron, está vinculado a los valores que desde el rugby siempre vivieron y que entrelaza la historia de los sobrevivientes de la tragedia; a la vez que los une la pasión que tienen por la montaña.
"Conocer ese lugar fue impactante y nos emocionamos hasta las lágrimas. Aún quedan muchos restos del avión, hay placas, fotos, mensajes. Cada uno tuvo una hora para la reflexión y luego volvimos", agregó Scadding.
"Cuando estás allí uno puede dimensionar en parte lo que deben haber sufrido esos chicos, los 16 sobrevivientes. Es un lugar emblemático en medio de la montaña y sobre todo para los de rugby, que de alguna manera nos criamos tratando de asumir y luego inculcar los valores de este deporte, desde la solidaridad, a la unión de grupo, la amistad, el liderazgo, que fueron claves para que los uruguayos sobrevivieran tantos días en condiciones increíbles", expresó Adrián Battezzati, otro de los históricos del SJRC.
La logística del grupo fue minuciosamente preparada. Armaron un campamento a mitad de recorrido, siguieron la orientación de un experimentado en este tipo de acciones como el exsegunda línea Santiago Olguín, quien realizó la travesía con su hermano Mariano (durante muchos años capitán del primer equipo del San Juan RC) y de su padre, también exjugador.
Llevaron dos mulas de apoyo por si eventualmente alguno sufría problemas y no podía regresar caminando, entre otros detalles. "Habitualmente este tipo de expediciones se hace en 3 o incluso 4 tirones de trekking. Nosotros lo hicimos en dos, porque para eso veníamos entrenando intensamente. Fue una experiencia que implicó mucho sacrificio, pero que valió la pena por lo enriquecedora que fue tanto a nivel personal como grupal", apuntó Battezzati.




> La historia de supervivencia más increíble que aún conmueve

El 12 de octubre de 1972, un avión Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya partió de Montevideo con un equipo de rugby del Club Old Chirstians y varios acompañantes, para disputar un partido amistoso en Santiago de Chile. La nave hizo una escala en Mendoza debido al mal tiempo y pese a que las malas condiciones se mantenían, igual partió el 13 para cruzar la cordillera.
En el impacto, el Fairchild se partió en dos partes y 12 personas murieron casi en el acto, mientras que otras 17 fallecieron con el correr de los días. En total, perdidos en medio de la montaña, sin alimentos, soportando temperaturas extremas bajo cero, un alud y sus heridas (varios murieron en ese periodo por gangrena), pasaron 72 días.
En ese periodo y a sabiendas que desde el 10mo día los habían dado por muertos y se cancelaron los operativos de rescate, decidieron tomar parte de los cuerpos de los fallecidos para alimentarse.
De los 16 que sobrevivieron no se tuvo noticias sino hasta el 22 de diciembre, cuando dos de ellos, Fernando "Nando" Parrado y Roberto Canessa, fueron avistados por un arriero chileno luego de caminar 10 días entre las montañas, en un último esfuerzo por ser rescatados.
El arriero, que estaba del otro lado de un río, recibió un mensaje escrito en un papel que les había arrojado Nando y emprendió rápidamente el camino hacia un puesto de Carabineros. Inmediatamente se activó el rescate y, con ayuda de Parrado y Canessa para orientar a los pilotos de los helicópteros, llegaron al lugar donde estaban con vida sus 14 compañeros. Está considerada como la historia de superviencia más increíble.
