Con un golpe dado en el momento justo, cuando todavía nadie en el pelotón suponía que podría armarse una fuga que definiera la carrera, Daniel Zamora logró pasar al frente de la clasificación general de la Vuelta. El ciclista de la Agrupación Virgen de Fátima, que antes de partir ayer en el paraje Ceferino Namuncurá, en San Martín, estaba a 9 segundos de Darío Díaz, le sacó al grupo donde arribó el anterior líder una diferencia de 3m52s.
¿Qué pasó? Lo que antes de largar se suponía que iba a ser un tramo de transición, recuperando piernas del catatán del ascenso al Colorado y mirando de reojo la contrarreloj de hoy, se convirtió en una carrera de tome y traiga que dejó a cuatro hombres separados por menos de un minuto y al resto a más de 3m35s.
¿Hubo un descuido? Posiblemente. Pero también influyó que después de la persecución del martes, cuando debieron descontar cinco minutos y del trabajo de anteayer en el ascenso al Colorado cuando ayudaron a Díaz hasta donde pudieron sus piernas, la reacción no fue efectiva ante un ataque, si se quiere, impensado.
En parte hicieron lo lógico, marcaron la rueda de Dotti y de Escuela, que en la previa, porque Zamorita venía de un desgarro, eran los dos rivales que más preocupaban.
Ahora bien, en la otra parte, les ocurrió lo mismo que en la etapa del martes, dejaron que se armara la fuga y en vez de mantenerla controlada a un minuto para hacerlo trabajar más a Zamora, se durmieron y cuando quisieron acordar había una ventaja que superaba los siete minutos. Es cierto que faltaba más de media etapa, pero también es verdad que con el trajín de más de 700 duros kilómetros en las piernas y muchos de ellos realizados a paso redoblado tratando de acortar distancias, pasaron su factura.
La ventaja que se había estirado a 7m07s en el circuito realizado en San Martín, se acortó a 4m07s en Angaco. Bajó a 3m54s en Alto de Sierra y desde allí hasta el final, se mantuvieron. Para tener una idea de la distancia que había entre el grupo donde viajaba Zamora y en el que venía Díaz basta contar que mientras los primeros giraban en Benavídez dejando Colón, el resto entraba a esa arteria frente a la cancha de Atlético de la Juventud Alianza.
Por entonces se sabía que la Vuelta cambiaría de manos, lo que quedaba como incógnita era conocer la diferencia. Zamora llegó al estadio y se les animó a los embaladores para quedar tercero en el parcial y saltar al frente en la general. Fue el más despierto a la hora de la siesta.
