Un día el cielo, al otro el infierno… Sin escalas, sin purgatorio. Así viven sus días los dos colosos del fútbol en la Liga del campeón del mundo. Así es Argentina, su gente, su economía, su estabilidad. Todo cambia de un momento a otro, todo deja de ser para ser otra cosa. Y tanto Boca Juniors como River Plate empezaron a mirar de reojo el Superclásico que será en La Bombonera dentro de 33 días, sabiendo que todo puede pasar. Que un día es la gloria y al otro, Devoto como siempre lo repetía el gran Diego Armando Maradona.
POSITIVO
Pasó la fecha 11 del Clausura y todo cambió. La euforia de Boca por el 5-0 a Newell’s les devolvió vida, incluso al golpeado ciclo personal de Miguel Russo que por fin tuvo un domingo feliz, sosteniendo esa pelea contra su enfermedad que parecía agudizarse con cada mal paso del equipo. Por fin se le alinearon los planetas a Boca. Goleó en su casa, pasó a la punta de la Zona A tras la caída de Unión en Santa Fe y mirando al gran objetivo que es volver a la Copa Libertadores de América, escaló a la segunda posición de la Tabla Anual con 50 puntos y estaría adentro junto a Rosario Central, sabiendo que además ahora tiene la chance de pelear su plaza también como campeón de la temporada 2025. Doble chance, pero la más directa por la Anual, cosa que para el pasado reciente de este mismo Boca parecía misión imposible porque no había juego, no había fútbol y no habían triunfos.
Lo más loco de esta dinámica futbolera es que este mismo Boca hace apenas 11 días atrás, se arrastraba en su impotencia perdiendo en Florencio Varela y sabiendo que Copa y Liga estaban demasiado lejos. En menos de dos semanas varió todo y hoy, tal vez se haya sacado la presión esa de estar siempre obligado a ganar. Tal vez ahora, con solamente este frente para jugar de acá a fin de año porque ya no hay Copa Argentina, este Boca acelere en la recta final, pensando que el 9 de noviembre podría dar el golpe decisivo cuando reciba a River Plate.

NEGATIVO
Del otro lado, el paradógico presente de River Plate que tuvo su domingo negro en Rosario. Perdió con el Canalla, cayó al cuarto lugar de la Zona B del Clausura y en la Tabla Anual terminó en el tercer escalón, sabiendo que hoy deberia ir a un Repechaje para jugar la Copa Libertadores. Casi todo, perdido. Excepto que tiene por delante su plaza en la semifinal de la Copa Argentina para jugar contra Independiente Rivadavia de Mendoza. Ese es el premio consuelo por ahora.
En espejo contra Boca, River hace 11 días atrás, estaba buscando semifinales pero de Libertadores pero Palmeiras lo sacudió mal. Lo dejó afuera, le desnudó todas sus debilidades. Hubo algo de paz con el triunfo por Copa Argentina contra Racing en un triunfo que sirvió para lamerse las heridas pero el Millonario sintió la bala. En el local, a los tumbos perdiendo con Riestra en el Monumental y con Rosario en el Gigante de Arroyito. Seis puntos menos que lo dejaron sin punta en la Zona B y fuera de Libertadores directo. Un terremoto que no esperaban en Nuñez y que incluso ha puesto en tela de juicio a un intocable como Marcelo Gallardo. River tiene a mano tres vías para la Copa: ganar la Liga, ganar la Copa Argentina y por último, la Tabla Anual.
Su presente se trizó feo. No le alcanza con todos los nombres estelares para sostener el segundo ciclo de un prócer. Tal vez, metiendo el golpe de gracia en La Bombonera en 33 días más, encuentre lo que hoy parece perdido: su mística ganadora.
FUTURO
Para Boca, en el Clausura le restan: visita a Barracas Central, recibir a Belgrano, visitar a Estudiantes en La Plata, recibir a River en la penúltima y cerrar de local contra Tigre.
Para River el panorama es el siguiente: recibir a Sarmiento, visitar a Talleres en Córdoba, recibir a Gimnasia en el Monumental, ir luego a La Bombonera para jugar con Boca y cerrar visitando a Vélez en Liniers.

