Un golpe tras otro. Un momento de crisis que no se termina marcan el presente de un River Plate que aún sin digerir la eliminación de la Copa Libertadores de América, ahora se tuvo que bancar que Deportivo Riestra le metiera otro cachetazo al vencerlo por 2-1 en el Monumental en el marco de la fecha 10 del Torneo Clausura de la Liga Profesional de AFA. Pedro Ramírez y Antony Alonso fueron los verdugos del Millonario, que descontó a través de Galoppo.
En el inicio, el que madrugó fue Riestra porque en su primer ataque a fondo sacó el manual de cómo se aprovechan las pelotas detenidas para que a los 12’ Antony Alonso cabeceara solito ante un indefenso Armani que nada pudo hacer para evitar ese primer gol visitante. Ahí nació el partido de la ansiedad en River. Todo empezó a ser forzado, si bien Quintero intentaba darle claridad a cada intento. Así y todo, River fue llevando peligro con las subidas de Bustos y la movilidad de Salas. Pero recién a los 24’ encontró algo de paz con el golazo de Galoppo que dejó sin chances a Nacho Arce. El empate parcial no alcanzó para que River recuperara lucidez pero quedaba todo el complemento para buscar su victoria.
En la segunda parte, Riestra volvió a repetir la sorpresa porque a los 6’ Ramírez enmudeció al Monumental poniendo el 2-1 parcial para el Malevo que esta vez, si no dejaría pasar la oportunidad de dar un golpe grande en el Clausura. Se afirmó contra Arce, dejó venir a River enceguecido y se fue aliando al tiempo para empezar a disfrutar una victoria resonante.
Parecía que el Millonario iba a encontrar premio cuando Borja empató, pero claro en el nacimiento de esa jugada, el colombiano estaba offside y se lo anularon. Ese golpe lo terminó conmover al equipo de Gallardo. Fue ir por ir y ver cómo Nacho Arce se agrandaba cada minuto más con tapadas enormes ante Fernández, el mismo Quintero y varios intentos más.
El reloj hizo lo suyo. Riestra se paró de contra, esperó su momento para terminar de liquidarlo pero no se le dio. Le alcanzó para ganar por 2-1 en una victoria histórica que lo dejó como único líder de la Zona B.
River, lamiéndose las heridas, fue un rejunte de voluntades pero con el alma rota, viviendo una crisis que por ahora no parece tener fin. El cimbronazo de la Libertadores tuvo eco en el Clausura y así, el presente del Millonario es más un infierno que otra cosa.

