El futuro se complica. Era ganarlo o ganarlo, como sea. Sin luces, sin brillo. Ganarle a Instituto de Córdoba era obligación para San Martín pero no pudo con sus limitaciones y terminó lamentando un empate sin goles que no suma, que lo volvió a hundir en el fondo de los promedios y la Anual. Un paso para atrás en todo para el Verdinegro que terminó la fecha 11 lejos de sus necesidades y sabiendo que la permanencia se empieza a parecer a una misión imposible.

En la primera parte, una tormenta perfecta. Adentro y afuera de la cancha, todo incluído. En la previa, y por un lado a la urgencia por ganar de San Martín, el triunfo de Aldosivi en Mar del Plata le había agregado más presión en lo deportivo. Era ganar o ganar. Como sea, como fuera. Por el otro, el clima infernal, los 38º a la sombra con ráfagas de viento Zonda, más la impaciencia de los hinchas que no bancaron nada más y de plus, la tensa calma que subyace de la feroz interna que divide a la hinchada Verdinegra. Peor imposible.

Una olla de presión que tenía que explotar y, lamentablemente, reventó a los 42′ del primer tiempo. Fue en la segunda suspensión en el primer tiempo y esta vez, casi definitiva. Antes del gol anulado a Diego González a los 30′ por una mano que fue lo mejorcito jugando, los hinchas de la Popular Norte ya se habían colgado del alambrado. El árbitro Sebastián Martínez esperó un par de minutos y lo reinició. Pero ya estaba instalado el mal clima y a los 42′ explotó todo cuando se treparon muchos más e incluso descolgaron los soportes que sostienen la red del arco. La crónica de un escándalo anunciado. Una espera de más de 15 minutos que enrareció todo y San Martín ya no fue el mismo. Ese fue el resumen amargo de un primer tiempo para el olvido en un momento complejo del Verdinegro.

ESPERANZA
En el complemento, San Martín empezó a apostar fuerte de entrada nomás con tres cambios y el ingreso de Santiago Barrera, el goleador de Reserva, como bandera de la esperanza. Pero a los 13′ de este complemento, Watson dejó con diez al Verdinegro por expulsión y desde ahí, todo fue más cuesta arriba todavía.

Con más ganas que juego, con más voluntad que ideas, San Martín trató de adueñarse del partido y de buscar ese gol salvador pero cada intento fue chocar contra su impotencia.

Con el correr del partido, Instituto se fue animando. Se soltaron sus volantes y llegaron a inquietar a Borgogno. Desde el banco, Romagnoli apostó a la segunda tanda de cambios y no tuvo el efecto deseado. San Martín fue más de lo mismo. Así, las esperanzas de ganarlo se fueron diluyendo, arrastrando también la ilusión de sostenerse en Primera. Lo último para entusiasmarse fue el tiro libre de Recalde que dio en el travesaño pero no se dio. Un sábado caliente y no solo por el Zonda para San Martín, en un infierno que condiciona seriamente su futuro. Ahora, arrancó el momento de un milagro para seguir siendo de Primera.