El gran ‘Mano de Piedra’ Durán lo dijo alguna vez: Viejo es el viento y todavía sopla… Aunque el tiempo no perdone, aunque el calendario siga su marcha inexorable hay leyendas que no se olvidan y Oscar Alberto Villalobo, a los 46 años es una de esas. Después de un retiro voluntario de dos años que el propio Oscar eligió para reconstruirse con sus afectos, se asomó nuevamente al escenario público para sentir que ese Hijo del Viento nunca dejó de soplar.

 

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Una historia larga y rica en el ciclismo. Con casi 20 años de conquistas, de epopeyas. Desde aquel primer viaje en avión a Buenos Aires para concentrar en el KDT de Palermo y aquel paseo del taxista que lo vio campechano y lo paseó cuando apenas tenía que cruzar desde Aeroparque a las nueve pinchaduras subiendo a Calingasta por la Ruta 12. O los juegos panamericanos de Puerto de La Cruz en Venezuela que lo marcaron como ciclista de verdad hasta la amargura de ver en Sidney 2000 los Juegos OIimpicos desde la tribuna. Un repaso jugoso, rico, lleno de experiencias que solamente un ídolo de verdad puede acunar.

NACIMIENTO Y ESPLENDOR

En la vida de Oscar pasaron muchas cosas. Con apenas 16 años, llegó la convocatoria para integrar el seleccionado argentino juvenil y entrenar con los Elite en Estados Unidos. Era la previa para los Panamericanos Juveniles de Uruguay pero compartiendo con los mounstruos de ese momento la preparación para Puerto de La Cruz, en Mayores. Antonio Alexandre, en entrenador de ese seleccionado, lo sorprendió en USA. En Venezuela, Oscar iba a correr en la Vueltas Puntuables, apuntalando a Quiroga que era el elegido para pelear medallas: ‘Me acuerdo que me dijeron que no me despegara de un uruguayo Cabrera. A rueda siempre. Y así lo hice con bicicleta prestada. Primero sacamos una vuelta al resto, después dos.

Llegó el final y empatamos en puntos. Yo feliz, era primero o segundo. Teniamos dos primeros puestos, dos segundos en los embalajes y la diferencia mia fue dos tercer puesto. Ahi gané el oro, ese día creo que me senti ciclista de verdad. Después fui al Juvenil en Uruguay y gané todo. Pero mi nacimiento se dio en Puerto de La Cruz’, recordó feliz el Hijo del Viento.

Empezó la etapa dorada. Ganar todo, en todos lados. Viajes, concentraciones. Recuerdos. La Doble Calingasta es especial en las carreras que Oscar disputó: ‘En una de las últimas que corrimos por la Ruta 12, en la ida, pinché 9 veces, llegué a 9 minutos del líder que era Alberto Bravo, uno de mis ídolos. En la vuelta, enceguecido, nos fugamos tres. Yo gané todas las metas de montaña y sprinter, llegué solo al estadio y tenía 4 minutos de luz sobre el resto. Esa carrera está entre las que mas disfruté. Otra Doble Difunta Correa también fue especial porque pasando el puente del Caucete me escapé y llegué cortado’.

 

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El período más estelar se dio con Palmar del Lago y las Vueltas de San Juan: ‘Venían equipos de afuera y se llevaban siempre la Vuelta. Juan Chica armó Palmar y cambió la historia. Me acuerdo que el último sanjuanino en ganarla había sido el Gringo Mulet y a mi me tocó sucederlo. Correrla, ganarla, disfrutar la Vuelta es algo inolvidable. Si pudiera volver el tiempo atrás, elegiría ser ciclista de Elite, una vez más. Me dio mucho el ciclismo’, recordó Villalobo.

Su última gran función fue en un Giro del Sol del 2016. Luego, llegaría la etapa pública entre la política y la labor en Deportes de la provincia por varios años.

Idolo es pero no se siente así. Común, sencillo. Y claro, Oscar tiene los suyos, Alberto Bravo y Daniel Efrain Castro: ‘Compartí pelotón con ellos después de haberlos visto en la ruta con 12 años y soñar con parecerme a los dos. Impresionante. Tremendos ciclistas pero mejores personas. Siempre los admiré’.

Compañeros y rivales siempre tuvo. Uno de los mejores compañeros para Villalobo es Luciano Montivero: ‘Un incondicional. Uno de esos que siempre estaban, que nunca aflojaban. Capaz no tengo una relación tan fluida con el, pero de verdad que es el mejor compañero que tuve. En los rivales, de afuera siempre admiré y competí con Edgardo Simon y Guillermo Brunetta, dos bestias que siempre te ponían a prueba. En San Juan, contrarreloj, siempre compitiendo con lo que Manuel Robledo pudiera hacer’.

 

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PRESENTE Y FUTURO

Oscar apostó dos veces a la intendencia de Zonda. Perdió una elección por 17 votos y aprendió la lección. Estuvo 8 años en la Secretaría de Deportes y en 2023 volvió a su trabajo en el municipio zondino. De su tierra natal, nunca se fue. Recuperado ya del infarto y de los problemas intestinales que lo pusieron entre la vida y la muerte, Oscar eligió el refugio en sus afectos: su esposa y sus dos hijos. Tuvo que empezar de nuevo, siempre desde el más bajo perfil. Hoy, es feliz con lo que tiene pero ama el ciclismo. Lo siente en la sangre.

‘Del ciclismo no me puedo apartar. Esa ilusión de aportar desde mi experiencia no se extinguió. Llegar a la Federación Ciclista es un pendiente que voy a lograr en algún momento. Duele ver un pelotón de apenas 50 ciclistas cuando San Juan es cuna del ciclismo en el país. No se puede perder la popularidad y la masividad de cada carrera en las rutas. Tienen que pasar por donde se respira ciclismo, calles con historia. Prever un calendario con todos los detalles. Esa es mi visión y en algún momento se tiene que dar. Ahora estoy aferrado a mis afectos, a mi familia pero el ciclista no se extinguió dentro mìo’.

En la madurez del ídolo, Oscar hace el repaso: ‘Los amigos del campeón pasaron por mi vida. La ingratitud la sufrí en carne propia. Pero yo miro para adelante y se que lo mejor está por venir’.