Una noche amarga, dura, marcada por la angustia. Con el corazón en la mano este San Martín que regaló el primer semestre de la temporada en Primera División tomó aire para seguir creyendo . Es que era la noche de la esperanza y terminó siendo la de la angustia. El empate en el último minuto le dio aire para seguir creyendo. Fue  empate 1-1 para seguir aferrado a la ilusión de que hasta la última jornada recién se definirá todo.

Peor comienzo imposible para una noche negra en San Juan. Es que a los 6’ cuando el partido apenas se estaba armando, llegó el golpe de Lanús que condicionó todo en San Martín en una noche que debía ser de esperanza y terminó en luto.

Salieron mal del fondo, se quedó pegado Recalde y Marcich desbordó cómodo por la izquierda para dejar de cara al gol a Castillo que como buen goleador no perdonó. Primera llegada, gol. Un mazazo para San Martín que tenía en los planes otro partido, pero tuvo que jugar apurado, necesitado, casi nublado.

Así fue, con lo que tenía. A los 12’ casi encuentra el empate cuando el paraguayo Canale dejó picar un centro de Tijanovich que se estrelló en el travesaño de Losada. Se había salvado Lanús, pero San Martín no ligó nada. Se hizo cuesta arriba todo el resto del primer tiempo.

Pero el Verdinegro fue con lo que tenía a mano. Presionó, generó un par de llegadas con centros que no conectó Fernández y la más clara que terminó teniendo fue con un remate de Jaurena que se fue besando el travesaño. Ese golpe inicial cambió todo en el esquema Verdinegro, fue letal. Casi lapidario para las aspiraciones de permanencia para San Martín.

En el complemento, San Martín decidió ir por la heroica. Sin más argumentos que el amor propio y la rebeldía de no querer otro destino, el Verdinegro fue al frente. Lanús lo midió, lo controló, lo adormeció con la pelota. Así fue una película con final casi cantado.

San Martín fue, buscó, peleó con sus propias limitaciones pero no encontró las respuestas para torcer un destino que hoy parece casi sellado. Lanús jugó el partido que tenía que jugar esperando esa segunda estocada para terminar con la historia en el Pueblo Viejo.

Cercano a los 20’ Romagnoli puso el resto que le quedaba en el banco esperando la reacción, la respuesta de un equipo que nunca pudo sacarse de encima ese golpe de nocaut en la madrugada del partido. Adentro Barrera, Iacobellis, Cavallaro y Salle. Todos, para ir por el milagro. A jugar con el corazón en la mano hasta el mismo final.

Expuesto a las contras Granates, pero sabiendo que no quedaba otra, a los 32’ Salle tuvo una clara tras un pase de Anselmo que ya estaba en cancha. Se vino el final, el tramo más desesperante de la noche para un San Martín que ahora solo depende de un milagro. Borgogno estiró la esperanza con dos tapadas sensacionales y la historia parecía ya escrita.

Sin embargo, San Martín quería demostrarse que esto no se termina hasta el final y el gol de Diego González a los 44′ volvió a encender la llama de una esperanza que se resigna a morir.

Que a esta película aún le queda un capítulo más.