Es la versión de un sospechoso, es decir el relato de alguien que puede mentir. Pero si esos dichos se confirman con otras pruebas, el resonante caso del anciano de 76 años sorprendido el lunes pasado a la salida de un hotel por horas de Chimbas con una nena de 11 años, podría tener más de un implicado.

¿Qué dijo Manuel Fernández? Que no sabía que la nena con la que fue al hotel tenía 11 años. Que suponía que era mayor. Que la nena era una de una docena de chicas que iban por su taller mecánico de Concepción a ofrecerse por sexo. Que hasta la madre de la niña es una de las que se le ofrecía. Que mantuvo contactos con algunas de ellas (habría dado nombres). Que el lunes pasado pagó unos 30 pesos para tener relaciones sexuales con la nena. Que no la obligó porque ella lo buscó y consintió todo.

Según fuentes del caso, esos fueron los puntos salientes de la declaración que dio en forma espontánea ayer en la Central de Policía el sospechoso, asistido por su abogado defensor Maximiliano Páez Delgado, quien pedirá el arresto domiciliario de su cliente porque tiene 76 años, es decir más de 70, el mínimo requerido por ley para otorgar ese beneficio.

Por ahora los dichos de Fernández aparecen como una clara muestra de querer despegarse de la complicada situación procesal que atraviesa. Y se toman con pinzas porque los realizó en la policía, aunque pasarían a ser su versión formal si acaso los confirma en el Segundo Juzgado de Instrucción ante el juez Agustín Lanciani.

Ahora, el relato de Fernández será cotejado con otras pruebas, como la declaración de la propia víctima en la cámara Gesell (ver recuadro), las de las otras presuntas jovencitas implicadas y hasta las de la madre de la nena.

Así, ya no se estaría ante un simple abuso sexual sino ante un caso más grave: La presunta corrupción y prostitución de menores, que se castiga con penas durísimas.