Un preso se tajeó ayer el brazo derecho y se colgó del cuello en el calabozo de tribunales con un trozo de una prenda de vestir, provocándose lesiones que no pusieron en riesgo su vida, dijeron fuentes judiciales. Por su autoagresión fue derivado para su atención a un centro de salud, y eso obligó al juez Eduardo Gil (Sala III, Cámara Penal) a suspender el inicio del juicio que lo tiene como uno de los cuatro sospechosos de haber robado aparatos de un instituto médico de Jáchal hace dos años. No fue el único episodio de violencia que protagonizó Mario Alberto Campillay (32): voceros del caso aseguraron que antes de arribar a Tribunales, en la cárcel de Chimbas, se había cosido la boca, para reclamar por estar alojado en el sector de aislamiento y no tener acceso a visitas y otros beneficios de los internos encerrados en pabellones comunes.

Campillay fue calificado como un sujeto conflictivo. Pero a causa del episodio registrado ayer, empezaron a sospechar que su intención es quedar en libertad. ¿Por qué? El próximo 25 de septiembre se vencerá el plazo de prisión preventiva, porque cumplirá dos años de encierro. Y si no tiene sentencia para esa fecha, reclamará ser liberado, aunque el juez podrá porrogar su encarcelamiento por un año más, dijeron. Además, el acusado se dice inocente por la sustracción de aparatos en Jáchal.

Ayer, el defensor oficial Carlos Reiloba presentó un hábeas corpus ante un juez para que se verifiquen las condiciones de encierro de su defendido y las causas de sus lesiones, precisaron.

Campillay es el único detenido por el saqueo cometido en Jáchal, porque registra dos condenas por robo agravado: una de 3 años y 6 meses y la última de 5 años, que se cumplió el pasado 31 de julio. Y está preso porque la ley establece que no debía volver a delinquir.

Sus compañeros de causa, en cambio, llegaron libres al juicio porque el mínimo de la escala penal del delito que les atribuyen, 3 años, permite la excarcelación. Esos sospechosos son Dionisio Páez, Gladys del Valle Nuñez y María Rosa Tejada.