“Tuvo mucha suerte. Creo que, a lo sumo, hubiese sobrevivido sólo 2 días más. Después, habría muerto deshidratado. Ya no tenía fuerzas para salir a buscar nieve y derretirla”. Eso diagnosticó Mariano Sisterna, un médico con vasta experiencia en montañismo que pudo charlar con los doctores que atendieron a Raúl Gómez, el hombre que logró sobrevivir 4 meses en la cordillera. Además, contó que el uruguayo se salvó gracias a su instinto, que lo llevó a racionar bien el alimento, lo que le permitió que su cuerpo se adaptara a la falta de comida, ya que sólo ingería con suerte un 40% de las calorías que necesitaba a 2.841 metros de altura y soportando el frío del invierno.

Según explicó Sisterna, cuando hallaron a Gómez estaba abatido, tendido en el suelo del refugio Sardina y sin posibilidades de moverse al menos para recostarse en algún lugar más cómodo y abrigado. En ese estado, no tenía fuerzas para buscar comida y tampoco para derretir nieve y beberla. Esa imposibilidad de ingerir líquido es la que lo hubiese matado en sólo 48 horas más.
Lo que lo dejó así fue la falta de una alimentación adecuada durante tanto tiempo, estando a 2.841 metros de altura sobre el nivel del mar y soportando temperaturas de hasta 25 grados bajo cero. “En condiciones normales, una persona debe ingerir al menos 2.000 calorías diarias. Pero, estando a esa altura, necesita el doble y, debido al frío, por lo menos se debe consumir 1.000 más.

Es decir que él necesitaba unas 5.000 calorías diarias, sin embargo, según lo que cuenta, no llegaba a comer lo suficiente para conseguir 2.000 calorías por día”, detalló Sisterna.
El médico explicó que eso activó los mecanismos de defensa de su cuerpo. “Si una persona deja de comer de golpe, resiste muy pocos días. En cambio, si lo hace progresivamente, en aproximadamente 7 días se activan los mecanismos de adaptación del cuerpo. Éstos hacen que se empiece a consumir primero la grasa corporal y luego los músculos, que se van reciclando. Éstos no sólo aportan calorías sino también líquido. Así funcionó el organismo de este hombre que, aunque no tenía conocimientos sobre cómo racionalizar los alimentos, logró aplicarlos por instinto”, explicó Sisterna.

A las pocas calorías que ingirió, Gómez las sacó primero del charqui (carne con sal que se cocina al Sol) que había recibido y había encontrado en refugios de los puesteros por las veranadas. Y después, de algunos enlatados que encontró en el refugio, tras haber caminado en la montaña alrededor de una semana. Pero ese alimento sólo le alcanzó para los primeros 10 días, después tuvo que cazar los roedores del lugar. Según Sisterna, las ratas que viven allí son parecidas a los cuyis, de cuerpo gordo, cabeza pequeña y con una cola de sólo 1cm de largo.

De este modo, gracias a su instinto de supervivencia, a la adaptación de su cuerpo y a la suerte de haber sido rescatado por casualidad justo 2 días antes de morir, Raúl Gómez puede contar su experiencia. Si bien los médicos que lo estaban atendiendo en Terapia Intensiva del Hospital Rawson no quisieron hablar con la prensa, el director, Armando Rosales, explicó que “Gómez está de buen ánimo y mañana -por hoy- será dado de alta”. Según contó, la falta de agua llevó al paciente a padecer problemas renales, sin embargo, el uruguayo estaba mejorando rápidamente. Los médicos comenzaron suministrándole líquido y alimentos por vía intravenosa pero ayer ya estaba comiendo normalmente.