El juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) condenó ayer a 12 años de cárcel al topógrafo Carlos Eduardo Olivera (53) por manosear y corromper el sano sentido del sexo de dos nenas que tenían 12 y 10 años, y al menos durante el año en que fueron llevadas por su madre a la casa del sospechoso, debieron soportar graves situaciones: como ver desnudo a Olivera, ser fotografiadas sin ropa y al menos una de ellas ver cómo practicaba sexo con su mamá, quien consentía las maniobras e incitaba a las niñas a dejarse tocar, andar desnudas y tolerar todo, porque supuestamente ‘era normal’, dijeron fuentes judiciales. Esa mujer aún está prófuga.
La decisión del magistrado se conoció al cabo de los alegatos de las partes. La fiscal Alicia Esquivel Puiggrós, trató de pedófilo a Olivera por la pornografía infantil que hallaron en su computadora, y pidió que lo condenaran a 18 años de cárcel por los delitos que finalmente le atribuyó el juez: abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la convivencia y corrupción de menores agravada por tener las niñas menos de 13 años al momento de los hechos.
La fiscal también pidió que se investigue si el condenado abusó de otra joven (cuando era menor) que estaba a cargo de la prófuga y admitió haber participado de tríos sexuales con los acusados. Y también si existió algún delito sexual contra otra hija mayor de la prófuga, ya que una de las nenas declaró saber que Olivera estuvo encima de esa joven o se masturbó delante de ella, precisaron los voceros.
A su turno Gustavo de la Fuente, abogado de las víctimas (hoy de 16 y 13 años) pidió 50 años de cárcel para el acusado, porque además de considerar probados los delitos de la acusación, le atribuyó a Olivera el acceso carnal con uno de sus dedos contra una de las chicas, quien reveló ese hecho al ser entrevistada durante el juicio con el sistema de la Cámara Gesell, precisaron los voceros.
Totalmente opuesta fue la posición del defensor Antonio Falcón. Pidió la absolución tras cuestionar la investigación y cada prueba del proceso utilizada contra su cliente, sobre todo la versión de las niñas y de los profesionales que aseguraron haber detectado en ellas signos de abuso.
El caso se conoció por la denuncia del padre de las niñas, el 4 de noviembre de 2011. Ese día las chicas le contaron llorando que no querían ir con su mamá (entonces volvía de un viaje a Mendoza) a la casa del acusado, por las maniobras sexuales a las que eran sometidas. La mujer trabajaba en la casa de Olivera cuidando a sus padres, pero desde 2006 comenzó con el ahora detenido una relación que llegó a complicidades aberrantes.

