Iban a cargar nafta. En teoría un trámite, pero la noche del 13 de diciembre de 2013, el encuentro de esos primos que vivían en Chimbas y no se llevaban bien terminó de la peor manera: cada uno llegó alrededor de las 21 de aquel día con un amigo al banchero de Colón al 2298 Norte, en Santa Lucía. Y otra vez se trenzaron en una enésima discusión que, sin embargo, acabó trágicamente cuando Maximiliano Lucero (32) sacó de entre sus ropas un revólver calibre 32 y a corta distancia le dio un certero disparo en el corazón a su pariente Gabriel “Gato” Castro (tenía 17 años) y le perforó el pulmón izquierdo con otro tiro a su amigo Diego Alejandro Garramuño (22), que se salvó de milagro.

“¿Por qué les largaste?”, le preguntó a Lucero el “Cachumba” Daniel Romero mientras se alejaban en moto. Pero el motivo real de esos disparos siempre quedó en la nebulosa, al menos públicamente. La familia de la víctima aseguró que el problema no era entre los primos, sino de Lucero y Romero con Garramuño. Los pesquisas policiales sin embargo entendieron aquella vez que el conflicto involucraba directamente a los parientes, y no descartaban que la causa del violento desenlace hubiera sido el amor de una chica.

De todos modos, las pruebas complicaron seriamente a Lucero como autor de esos graves delitos (Romero fue desligado). Y por eso cuando llegó a juicio en la Sala III de la Cámara Penal, aceptó su responsabilidad y una pena de 12 años. Esos fueron los puntos fundamentales del acuerdo de juicio abreviado que el acusado firmó con el fiscal José Eduardo Mallea, aconsejado por su defensor Gustavo De la Fuente, dijeron fuentes judiciales.

Los jueces Eugenio Barbera y los subrogantes Ernesto Kerman y Silvia Peña Sansó de Ruiz, aceptaron ese planteo y aplicaron la misma pena contra Lucero que, así, quedó condenado por homicidio y tentativa de homicidio agravados en la pena por haber sido cometidos con un arma de fuego, y portación de arma de fuego de uso civil, indicaron voceros del caso.