En junio, tentativamente, comenzaría el juicio para determinar si Mario Ariel "Gordo" Gómez (39) mató o no a palazos a su vecino Francisco Martínez (70 años, comerciante) para poder apoderarse de al menos $200.000 que la víctima guardaba en su casa, en aquella inolvidable fiesta navideña de 2019, por las violentas ráfagas de viento Sur. Y desde ya su defensa anticipó que buscará la absolución: "Mi cliente asegura que no cometió ese delito porque toda la noche estuvo en su casa", dijo ayer su defensor César Jofré.

Gómez será juzgado por los jueces Maximiliano Blejman, Silvina Rosso de Balanza y Víctor Hugo Muñoz Carpino (Sala II, Cámara Penal). Y será la fiscal Marcela Torres quien podrá mantener la dura imputación contra Gómez: homicidio agravado por ensañamiento (hacer sufrir a la víctima) y criminis causa, es decir para ocultar y lograr impunidad en otro delito, el robo.

Jofré adelantó que cuestionará puntos claves de la acusación fiscal, como la vecina que entre la noche del 24 y la primera hora del 25 de diciembre, vio a Gómez salir tres veces de la casa de la víctima en Centenario al 4.621 Oeste, en Chimbas. La presencia de "una gota" de sangre de Francisco Martínez en una prenda de vestir del acusado. O el dinero que pudo sustraer.

"No es creíble que alguien saliera a ver qué pasaba esa noche con las ráfagas históricas de viento que hubo. No está acreditado que el dinero existiera realmente y el hecho de que hubiera una gota de sangre en una prenda de mi cliente es un indicio para procesar, pero no es compatible con la escena del crimen, si Gómez hubiera perpetrado ese homicidio hubiera quedado bastante más ensangrentado, hubiera terminado todo salpicado", dijo ayer Jofré.

Había sido la nuera de Martínez quien fue a ver por qué no contestó ninguna de sus llamadas aquel 26 de diciembre bien temprano. Fue después de que esa vecina le comentara que había visto salir a Gómez tres veces de la casa del comerciante (vendía frutas y verduras en la feria) entre Nochebuena y Navidad y que la llamó para decírselo (la nuera no contestó), porque en la última ocasión lo vio salir con una bolsa en sus manos.

Martínez estaba solo en su casa para aquellas fiestas. Y aquel 26, su nuera fue a ver qué pasaba y lo halló en un charco de sangre. Las miradas apuntaron en el acto contra Gómez, porque era uno de los pocos a quien el comerciante le permitía entrar para conversar, jugar a las cartas o hacerle algún trabajo en la casa. También sospecharon de él porque tres semanas antes se habían perdido unos $20.000, que la víctima tenía para gastos corrientes y, días después, Gómez apareció por el comercio de la nuera de Martínez con una cantidad de plata que no era la habitual en sus manos pues acostumbraba a pedirle fiado.