Era un día cualquiera, una mañana más de trabajo como repartidor de pan para Pedro Rodolfo Videla. La monotonía de aquel 29 de octubre de 2009 se rompería, sin embargo, con un sobresalto inesperado: mientras entregaba mercadería en el comercio de Manuel Alfaro en la Villa Hipódromo, Rawson, entró un sujeto que sin tapujos exigió al panadero que le comprara cigarrillos a cambio de no sufrir su supuesto poder como “jefe de la villa”.

Según fuentes judiciales, Videla explicó que no tenía dinero y siguió haciendo su trabajo, hasta que salió hacia afuera y otra vez fue interceptado por el mismo sujeto, esta vez exigiendo esa suerte de “peaje”, armado con un arma tipo daga, que impresionaba: “Voy a traer nafta y te voy a quemar la camioneta, yo soy el capo de esta calle, el jefe de la villa… si no pagás, acá no volvés a entrar más”, reiteró mientras Videla repetía sus razones y huía del lugar, directo a poner la denuncia en la subcomisaría de la misma villa rawsina.

Un par de días después los uniformados daban con ese sospechoso que era conocido para el panadero, para el comerciante y mucho más para los pesquisas a causa de sus múltiples problemas delictivos.

Quedó preso y así seguirá porque ayer el juez Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) adhirió al pedido del fiscal Gustavo Manini y consideró probado el delito de coacción agravada por el uso de arma blanca. Pero aplicó 3 años y 6 meses de cárcel, dos meses menos del castigo pedido por fiscalía.

El defensor César Jofré había pedido absolución: argumentó que no hubo delito porque Videla no dejó de hacer lo que hacía, y que su cliente no comprendió lo que hizo a causa del consumo de drogas y alcohol.