En los últimos tiempos, el ritmo de vida de Juana Gómez había cambiado. Los vecinos que solían verla salir un poco fuera de su hogar, habían notado ya que casi no traspasaba el perímetro de su casa y que la frecuentaba un hombre que le daba una mano con la comida, los mandados y otros quehaceres diarios. Con 87 años, la anciana era muy querida por sus vecinos, los mismos que ayer se sorprendieron amargamente al saber que había perdido la vida en medio de un incendio que consumió su cuerpo.
La muerte de Juana Gómez no fue la única que sucedió con un incendio de por medio: en Pocito, un hombre de 40 años había muerto también en la madrugada quemado en su humilde rancho.
LA ANCIANA
El siniestro con el deceso de la anciana ocurrió alrededor de las 12 en la casa de la víctima, ubicada al 933 Oeste de la calle 25 de Mayo, frente al Parque de Mayo, en Capital. Cuando los policías llegaron al lugar, se toparon con una escena macabra: el cuerpo de la mujer en el piso, aún con restos de fuego y humo, atravesado en la puerta de su comedor, al lado de un brasero. Al piso también había ido a dar la silla en la que, al parecer, estaba sentada.
A simple vista, el cadáver no presentaba lesiones. Y los pesquisas aseguraron que en la casa tampoco había nada revuelto que indicara la existencia de algún ataque u otro ilícito.
Por eso las hipótesis sobre la causa del deceso de la anciana parecían reducirse a un accidente doméstico o a un problema de salud por su avanzada edad.
“Se pudo haber descompensado y caído, tal vez ya fallecida sobre el brasero. O a lo mejor se durmió tomando Sol y la manta con que se cubría hizo contacto con las brazas, se intoxicó y luego se quemó. Sea como sea, la autopsia será la que determinará qué provocó la muerte”, dijo un jefe policial.
Cuando se conoció el hallazgo del cuerpo, llegaron el jefe de la seccional 4ta, el comisario inspector Juan Arancibia y el titular del Primer Juzgado de Instrucción, Alberto Benito Ortiz, quien ordenó en el lugar del hecho las medidas a seguir en la investigación.

