Hacía unos 15 años que no veía a su padre luego de que se separara de su madre. Por eso aquel 4 de diciembre de 2020, cargó en su moto a dos de su cuatro hijos (uno de sus mellizos de 14 años y su nena, por entonces de 7), y partió a la casa de un hermano para reunirse con él, para que conociera a dos de sus cuatro nietos. Marchó bien aquel reencuentro y se prolongó hasta tarde. A eso de la 1,15, ya del 5 de diciembre, Analía Martínez (35) decidió volver en moto a su casa del barrio Conjunto VI, en Pocito, pero nunca pudo llegar: cuando transitaba por Calle 6, unos 300 metros al Este de Frías, el certero y violento golpe de una piedra atravesó la visera de su casco, la hizo perder el control y pasó de largo al canal, con moto y todo. Ya en el agua, ocurrió lo peor, porque tres sujetos se le fueron encima con tanta saña, que le partieron el casco en dos a pedradas y siguieron golpeándola, hasta que el adolescente pudo sacarle el celular a su mamá y se los dio para que dejaran de golpearla. Esos tres delincuentes también habían atacado al adolescente y a su hermanita, que terminó con cuatro puntos de sutura en la frente por un corte.
Aquella violenta madrugada, un vecino debió improvisar un puente con una tarima de su casa para poder rescatar a la mujer del agua. Fue una escena conmovedora, porque entonces estaba fría, toda ensangrentada y con los primeros indicios de un grave daño neurológico: convulsiones.
Seis operaciones atravesó en el hospital Rawson, pero los médicos no pudieron recuperarla y tres meses después, el 4 de marzo, Analía Martínez corrió la peor suerte.
El día del ataque, el vecino que rescató a Analía había escuchado ruidos en la calle, que para él tomaron real dimensión cuando comprobó que eran las piedras arrojadas para romper la farola del alumbrado público. Luego del robo, su esposa vio pasar a tres sujetos ‘con un casco y un celular’, corriendo rumbo al barrio Huarpe.
Cuando los policías de Homicidios encararon la investigación, un apodo empezó a sonarles con insistencia: ‘Mechita’, Facundo Nicolás Tejada (23). Quedó complicado cuando allanaron su casa en el barrio Huarpe y hallaron una funda de teléfono con una imagen de la víctima. Lo demás fue cerrar el círculo, porque otro de los implicados resultó ser el hermano menor de Tejada (investigado en la Justicia de la Niñez) y Emanuel Jesús Millán Pizarro (22), que enseguida cayeron presos.
Si el juez acepta el acuerdo de juicio abreviado, la ley le impone que podrá aplicar un castigo igual o menor, pero no uno mayor
Cuando fueron indagados, solo Tejada ejerció su derecho a defenderse. Dijo que el día del crimen estaba en su casa porque al otro día debía levantarse temprano para ir a trabajar de albañil, pues tiene dos hijos que mantener. Negó que le dijeran ‘Mechita’ y acusó a los policías de plantarse evidencia.
Sin embargo las pruebas terminaron por comprometerlos. Y al momento de llegar a juicio en la Sala II de la Cámara Penal, decidieron admitir su autoría a cambio de una rebaja de pena en un juicio abreviado, que acordaron con el fiscal Daniel Galvani a través de su defensor oficial, Carlos Reiloba.
En ese acuerdo, ambos acusados admitieron haber cometido el delito de robo seguido de muerte. Y se mostraron dispuestos a cumplir 20 años de cárcel. Si el juez encargado de resolver el caso, Maximiliano Blejman, acepta esa salida, podrá imponerles el mismo castigo o uno menor, pero no uno mayor.

