Néstor Firmapaz (69 años, jubilado) estaba a punto de cerrar su kiosco de venta de embutidos y productos de carneo, para irse a la cama. Eran las 22.30 del lunes cuando siguió el libreto de las últimas noches y, como paso previo al descanso, resolvió encender primero una pantalla a gas para calentar su dormitorio. Esta vez, sin embargo, no tomó en cuenta un detalle: en las noches anteriores la potencia de las llamas se había visto menguada por la escasa presión del gas de la garrafa casi vacía, situación que el lunes varió con el cambio de esa garrafa puesta cerca de su cama. Y de manera desastrosa: unos 10 minutos después de encenderla -recordó ayer- sintió una asfixiante ola de calor y humo que lo obligó a salir en el acto en busca de aire.

Y a partir de ese momento se convertiría, igual que sus vecinos, en un impotente testigo de ese incendio, que fue devastador a causa de las maderas y los materiales altamente combustibles de la vivienda, una prefabricada. Minutos después, los bomberos controlaban por completo el siniestro y evitaban así que dañara totalmente un salón contiguo, pero de material.

‘Tengo que haber perdido por lo menos $80.000 pesos, si es que no me dañó también el salón que tengo para un negocio o para alquilarlo’, dijo ayer Firmapaz, entre los escombros.

Un rápido recuento de las cosas destruidas lo llevó a cuantificar el perjuicio: 3 freezers, una heladera vitrina, un ventilador comercial, un TV, un horno microondas, una cocina, 10 estanterías, 3 mesas, 35 sillas, 3 camas, 2 roperos, toda su ropa, calzado y documentos, 6 máquinas de carpintería, una cómoda, una vitrina, toda su mercadería y toda la vajilla, entre otras cosas.

El siniestro ocurrió minutos después de las 22.30 en la casa en la que Firmapaz vivió en los últimos 20 años, en calle Zapata, unos 100 metros al Este de Sarmiento, en la zona de El Rincón, Albardón. Allí, este viudo pasaba sus días como jubilado y hombre de comercio, aunque antes supo ganarse la vida como maquinista, albañil y también se las arregló para tareas de carpintería.

‘La otra garrafa tenía poquito gas y cuando puse la nueva en el mismo lugar parece que el calor fue más fuerte y me agarró la cama. Lo bueno es que no me pasó nada’, dijo ayer.