Desastre. Liliana González (43) accidentalmente causó un incendio en la casa. Tanto ella como su hija Jésica Quevedo (foto), sufrieron quemaduras y fueron internadas.

Avivar las llamas de la salamandra con un chorro de nafta evidentemente no fue una buena idea. Porque cuando Liliana González (43) inclinó la botella para dejar caer el combustible en esa estufa de hierro, una repentina llamarada le quemó la mano. Y no sólo eso, pues también desató un incendio que destruyó gran parte de la casa y en el que una de sus hijas terminó herida por el fuego. Todo ocurrió ayer en una casa ubicada en el callejón Aguas Blancas, metros al Este de Abraham Tapia, en la zona de El Medanito, en Rawson. Allí vive González junto a su esposo Francisco Quevedo (47) y siete de sus 9 hijos. La familia además en ese lugar tiene un almacén de bebidas y una chacra.

Según comentaron los damnificados, eran cerca de las 7 cuando González se levantó y decidió calentar el ambiente avivando las llamas de la salamandra, apostada en una esquina del comedor. Nunca imaginó que el intento iba a fallar. Al quemarse la mano derecha, la mujer soltó la botella, con la poca fortuna que cayó cerca de unos tachos de veneno para fumigar su plantación de verduras. Entonces, en cuestión de segundos, el fuego pasó a apoderarse de ese sector y a destruir todo lo que tenía a su paso.

"Me estaba bañando y cuando salí el fuego ya había tomado todo. Tuve que romper una puerta para irme afuera si no me quemaba", dijo Javier Quevedo (24), uno de los hijos. La familia vivió momentos de desesperación, pero como pudieron todos evacuaron la casa y desde afuera los hermanos empezaron a combatir las llamas. Fue en ese momento cuando Jésica Quevedo (25) sufrió quemaduras en su rostro por meterse entre las llamas a querer rescatar cosas de la casa. Tanto ella como su madre fueron trasladadas al Hospital Marcial Quiroga.

Todo lo que había en el comedor quedó prácticamente destruido.


Si bien ambas estaban fuera de peligro, la familia tuvo que lamentar grandes pérdidas materiales. Con la ayuda de los vecinos y el pequeño surgente de agua que tienen, en media hora lograron controlar el fuego para que no se extendiera al resto de la casa. Eso sí, lo que había en el comedor quedó destruido, como dos freezers con bebidas, un televisor 55 pulgadas, un aire acondicionado, una heladera, un parlante, 6 monturas para caballos, un lavarropas y una balanza. Lo que rescataban es que por suerte podrán seguir viviendo en la casa, donde ayer, horas después de que pasara todo, las mangueras, los cepillos, los baldes y otros productos de limpieza eran mudos testigos del desastre.