Daniel Hidalgo (45), dueño de la finca, se divertía jugando al pádel con 4 amigos cuando de la nada, a eso de la 1.30 de ayer, se les aparecieron por la cancha 6 ladrones encapuchados y armados hasta los dientes, con dos revólveres (supuestamente uno calibre 22 y otro 38), una escopeta, una tumbera y armas blancas. Los tiraron al piso, les apoyaron cuchillos, los revisaron, les quitaron sus cosas y los llevaron en fila india hasta una de las casas del predio, donde los dejaron encerrados. Pero lo más grave vino después, porque los delincuentes no se conformaron con saquear los autos de ese grupo y fueron por más a la otra vivienda que tiene la finca (ubicada en el callejón De la Vega, unos 400 metros al Este de Necochea, en Chimbas), donde habita el casero, Roberto Campillay (62), que a esa hora dormía, al igual que Mónica Cabral (49), una mujer que hace un puñado de meses le prestan una habitación para que viva con su hijo, Diego Castro (18). Ese muchacho estaba con dos amigos (un joven de 18 y una chica de 15) conversando afuera cuando comenzó el terror. "Cuando vi a los tipos corrí hasta adentro con mi amigo y la chica quedó afuera. La agarraron, la acogotaron y se la querían llevar. Después la pusieron contra una mora y la tenían agarrada del cuello", contó Castro. Los gritos sacaron de la cama al casero y pudo haber ocurrido lo peor, porque el hombre salió con un hacha decidido a enfrentar a los asaltantes. "Salió con el hacha, les gritó "suéltenla, hijos de p..." y estaba por largarles el hachazo pero no lo hizo porque le podía pegar a la chica. Ahí le dispararon con la tumbera, fue de al lado. Dijo "ay..." y cayó duro. Sinceramente yo creía que lo habían matado, tuvo un Dios aparte", explicó el chico, que había agarrado una anchada pero que cuando su amiga logró escurrirse, prefirió encerrarse en la casa con ella y los demás. "Sentí que el tiro me pegó en la panza, pero increíblemente no tengo nada. Si me mataban, listo... en esta vida no hay que tenerle miedo a nada", dijo fríamente Campillay, quien también pudo entrar a la casa y evitó que los delincuentes robaran algo de ese lugar, pese a que por la ventana los sujetos introducían las armas para amenazarlos. Otra que la pasó muy mal fue Cabral. Ella sufre de presión emotiva y, como pudo, se encerró en el baño y habló con la Policía, pero cuando los pesquisas llegaron no encontraron a nadie, pese a que las víctimas sostenían que parte de la banda estaba escondida en un corral.

A lo largo del asalto los delincuentes dispararon al menos 7 veces. Finalmente se llevaron unos $20.000, 4 celulares, 2 pares de zapatillas, remeras, bolsos, paletas de pádel y las llaves de al menos 4 autos.

"Vivo acá hace 9 años. Me han robado antes, pero de esta manera jamás, fue terrible", admitió el casero.

La denuncia fue radicada en la seccional 17ma, y también trabajan en el caso investigadores de la Brigada Norte.