Para la defensa del ex cura y ex diputado provincial Juan Carlos Icazatti, las acusaciones por sometimientos y abusos sexuales son inventos de su hijastra. Y eso es lo que pretenderá demostrar en la apelación, ya presentada, para dar vuelta el procesamiento que la juez del Quinto Juzgado de Instrucción dictó en los últimos días en contra suya y su pareja, por la presunta corrupción sexual de esa menor, actualmente de 17 años.

Este diario intentó hablar con Juan Carlos Icazatti y su concubina en su casa en Rivadavia, pero no atendió nadie. Los vecinos confirmaron que estaban adentro (cumplen prisión domiciliaria), pero aseguraron que estaban encerrados. Lo que sí se conoció ayer es que el abogado Miguel Dávila Saffe, defensor de la pareja, apeló la resolución de la juez María Inés Rosselot, de modo que ahora será un tribunal superior el que confirme, o tire abajo, el procesamiento que pesa sobre ambos. La magistrado los acusa de graves delitos sexuales a Icazatti, y a su concubina por corrupción de menores agravada por el vínculo.

La denuncia la hizo la propia hija de la mujer. En su relato, que se conoció en 2007, afirmó que Icazatti y su concubina la sometían a constantes abusos sexuales desde los 6 a los 15. Mencionó desde manoseos hasta situaciones por demás perversas, como ser obligada a ver a la pareja teniendo sexo, bañarse o dormir los tres juntos o mirar películas pornográficas, entre otras cosas. Para la jueza los hechos quedaron probados a través de pericias psicológicas a la menor, que indican que sufrió un daño psíquico por los supuestos abusos, además de que no fabula ni miente. Según el expediente, hay informes ambientales que revelaron las extrañas costumbres de esa familia: no salen, no se relacionan con otras personas y tenían a la niña prácticamente encerrada todo el tiempo. No dejaban que se vistiera como las demás adolescentes, no podía tener amigas, no festejaban sus cumpleaños y su padrastro la controlaba hasta en la escuela.

Fuentes judiciales señalaron que la defensa, por su parte, intentará demostrar en la apelación que la jovencita miente y se contradice repetidas veces en sus dichos. Pues le resulta extraño que una chica que asegura haber sufrido los hechos más aberrantes, cuente minuciosamente y con tanta lucidez los supuestos abusos. También citarán tres estudios psicológicos y psiquiátricos que señalan que Icazatti y su pareja no presentan signos de perversión sexual y que no pudieron cometer esos supuestos abusos (otros informes en la causa dicen lo contrario). Un especialista aseguró, por la mujer, que "es imposible que ella haya aceptado que su pareja abuse de su hija, ya que tiene buenos escrúpulos morales y posee límites". Sobre ésto se basará la estrategia de la defensa que, además, volverá a insistir con la excarcelación de la concubina de Icazatti por considerar que no hay peligro de fuga y colaboró en todo momento con la causa.