Más de 100 testigos, entrevistas a vecinos, rastrillajes, afiches con su rostro, pedidos de informes al banco y a Telefónica, una búsqueda en Córdoba y hasta 100.000 pesos de recompensa. Todo eso y nada. Hoy, a un mes de su desaparición, el misterio sobre el paradero de Adolfo Ruiz es el mismo que al principio. El expediente de la causa lleva ya dos cuerpos con todo lo recolectado hasta ahora y lo único concreto es que dentro de la investigación ya empiezan a creer que no se trata de una simple desaparición voluntaria y que podrían estar frente a un crimen.
Si todo hace a descartar que Adolfo Ramón "Gogó" Ruiz se haya ausentado espontáneamente de su hogar y su cuerpo no aparece por ningún lado; por lógica hay que sospechar de una desaparición forzada, explicó una fuente del caso. El juez correccional Enrique de la Torre por el momento instruye la causa como actuaciones investigativas para establecer paradero, pero dan por descontado que si el caso no avanza tendrá que dar intervención al juzgado de instrucción para que investigue un posible delito contra su vida.
Los policías de Seguridad Personal de la Brigada volvieron hurgar cada detalle de la vida de Ruiz y sus últimos movimientos, y todo lleva a un callejón sin salida. Han vuelto a recorrer el camino hecho por este empleado de la Dirección de Arquitectura y dueño de una pequeña empresa de transporte esa tarde del 24 de septiembre último y se interrogó a las cuatro personas que lo vieron por última vez (ver apoyo), pero no surge nada extraño. Ese día hizo sólo 4 cuadras caminando desde su casa en el Bº Felipe Cobas hasta el consultorio odontológico en calle Juan José Bustos, casi en el centro de Caucete. De ahí salió a las 20:30, supuestamente de lo más normal. La incógnita es qué pasó después, porque nadie más lo volvió a ver.
Lo llamativo, así recalcan sus allegados, fue que esa noche andaba a pie cuando siempre solía moverse en su camioneta o su trafic.
No se llevó una muda de ropa, apenas sí vestía una chomba manga larga, un jeans y zapatillas. Tampoco cargaba mucho dinero. No hizo extracciones, y su cuenta bancaria -con una importante suma- no se tocó, confirmaron fuentes del caso. Su documento, que pensaban se lo había llevado, apareció en su casa.
En apariencia un hombre reservado, trabajador y sin antecedentes penales, señaló la policía. Problemas con otras personas supuestamente no tenía, dijeron. A simple vista, un padre de familia ejemplar y con una vida austera, pese a que contaba con buenos ingresos. Sus dos hijos y su esposa declararon que no había conflictos familiares. Existe la versión de que tenía dos amantes, pero por ese lado no saltó ninguna pista.
La policía llegó a viajar a Córdoba ante la versión de una mujer que aseguró que Ruíz le había expresado que deseaba irse a descansar al poblado de Soto (vivió mucho tiempo ahí), pero no tuvieron suerte. Las más de 100 personas que declararon, no aportaron mucho. Menos los rastrillajes en los baldíos, campos y bodegas de Caucete, o los vuelos del helicóptero de la Gobernación realizados en las afueras del departamento.
También se colocaron afiches con la cara de Ruiz en Caucete y Capital, y hace dos semanas el Gobierno lanzó una recompensa de 100.000 pesos para quien aporte datos. Y la realidad es que hasta la fecha no hay ni un solo llamado de algún informante o posible testigo, ni siquiera por una falsa alarma o por broma, confirmó una fuente policial. A dos meses de la desaparición de Adolfo Ruiz, en la Policía y en el Primer Juzgado Correccional reconocen que están como al principio, sin pistas concretas, lo que hace desvanecer la teoría de una desaparición voluntaria, mientras aparece el fantasma de la hipótesis de un acto criminal detrás del caucetero.

