Una desgracia tan desafortunada como evitable. Esa triste ecuación zumbaba ayer en la intimidad de la familia de Alejo Benjamín Silva (8). Nadie, ni ellos ni los vecinos que se acercaron a intentar consolar, se resignaban a aceptar que la muerte de esa criatura era una realidad. Tan dura, tan increíble y tan poco accidental que por momentos los ojos dejaban de lagrimear y se unían a los ceños fruncidos en señal de bronca, de impotencia contenida. Porque no había uno que no sostuviera que a "Benja" le arrebataron la vida. "No hizo nada... ¿por qué todo es tan injusto? Ni siquiera se le atravesó a alguno. Sólo estaba paradito en la vereda y ahora lo vamos a tener en un cajón... nos destruyó", disparó desde la puerta de su casa Valentina, una de las hermanas mayores, tratando de evitar el doloroso contacto visual con la vereda de enfrente, donde todavía quedaban vidrios rotos, pedazos de cinta peligro y restos de sangre.

El nene murió aplastado contra una pared por un Ford Taunus que se subió intempestivamente a la vereda luego de impactar contra un Renault Clio. ¿Por qué en la familia creen que era evitable? Porque el conductor del Clio circulaba en contramano y porque dicen que estaba alcoholizado, dato que no fue confirmado por fuentes de la investigación puesto que hasta anoche aún no estaba el resultado del análisis de alcoholemia. Sin embargo, pesquisas que estuvieron en el lugar revelaron que su estado de ebriedad era "evidente".


Lo último que hizo Benjamín fue despedirse de sus amiguitos y decirles que se iba a su casa porque tenía sueño. Habían estado conversando, saltando y festejando el título del seleccionado nacional en la Copa América cuando a eso de las 0.10 de ayer empezó a caminar desde el playón de enfrente hacia su casa, situada en Rawson.

Nadie lo imaginó, pero en apenas segundos la esquina de Santa Rosa y Félix Aguilar trocó de euforia futbolera a desesperación, en medio de una escena que tuvo detalles estremecedores, porque los propios familiares del niño escucharon el estruendo y cuando salieron a ver se toparon con lo peor.

La última foto de Benjamín, horas antes
de la tragedia. Tenía 8 años.

La versión de los investigadores indica que Walter Exequiel Sigalat (28) conducía el Clio, acompañado por otro hombre, por Santa Rosa en dirección al Norte, es decir, en contramano. Quizás por eso al llegar a la esquina Diego Adolfo Pérez (33) no frenó su Taunus, que guiaba por Félix Aguilar hacia el Oeste. Fue este último auto el que rebotó y se subió a la vereda, donde Benjamín esperaba para cruzar. "El del Taunus gritaba "¡El niño, el niño!". No sabíamos a qué se refería hasta que lo vimos... lo agarró de lleno, lo reventó", explicó un tío de la víctima, que fue uno de los primeros que se cruzó y a pura fuerza ayudó a separar el vehículo de la pared. Mientras eso pasaba otros vecinos trataban de contener a Sigalat, quien luego del choque intentó fugarse pero no llegó lejos porque un problema en una rueda se lo impidió.

La hipótesis es que Benjamín falleció en el acto, pero ese afán de no creerlo y de hacer hasta lo imposible llevó a su padre a decidir cargalo en el auto de un vecino y trasladarlo al centro de salud René Favaloro, donde finalmente constataron el fallecimiento.

El nene era el menor de 4 hermanos y era tan inquieto como educado y amoroso, según su familia. "Siento mucho dolor, le arrebataron la vida, queremos justicia, que esto no quede impune, tenía una vida por delante", cerró su hermana. Los dos conductores quedaron alojados en la seccional 6ta.