Dolor. A la izquierda, los familiares de Lautaro Bustos ayer esperaban que en la Morgue Judicial terminaran de hacerle la correspondiente autopsia. 

"Estamos pasando por los días más duros de nuestras vidas, es terrible vivir algo así", coincidieron ayer familiares de Lautaro Bustos, el niño de apenas 10 años que se electrocutó en Chimbas al tomar contacto con un cable caído en la puerta del club San Pedro. Y también dijeron que sienten "indignación a más no poder", porque creen que la tragedia pudo evitarse si alguien se hubiese ocupado de los reclamos que hicieron en al menos 3 oportunidades a Energía San Juan. "Acá hubo un culpable. Alguien se tiene que hacer cargo. Esperaron a que muriera mi hijo para ir a arreglar el cable. Son unos desgraciados. Es mucho el odio que tengo porque nadie me lo va a devolver, pero quiero que paguen los responsables. Esto no va a quedar así", disparó al borde del llanto Juan Bustos, padre de "Taro", como lo llamaba cariñosamente.

Desde el club afirmaron que el cable que desencadenó la tragedia llevaba al menos dos semanas colgando, al alcance de todos. Y un dirigente aseguró que reclamaron por lo menos 3 veces vía telefónica a Energía San Juan. El último llamado lo hizo un profesor de las inferiores, el último sábado por la tarde, es decir, unas 24 horas antes de la desgracia, pero nadie acudió a arreglarlo. Al respecto, desde la concesionaria del servicio eléctrico habrían asegurado que se trata de una línea de alumbrado público en la que no tienen ninguna injerencia. En el otro lado de la vereda, desde el municipio de Chimbas también intentaron despegarse y sostuvieron lo contrario, es decir, que Energía San Juan es responsable.

El nene fallecido.

Lo concreto es que el hecho ya está judicializado y se investiga como un homicidio culposo. Desde la familia del chico adelantaron que demandarán a los responsables, por lo que resultará clave determinar quién debía solucionar ese problema.

Lautaro, mayor de dos hermanos, había ido a ese club situado en avenida Benavídez, metros al Oeste de Oratorio, a ver un partido con su abuelo. "Le encantaba ir", precisaron desde la familia. Pero en un momento salió con dos amiguitos a refrescarse en un pequeño canal que pasa por la puerta del predio, sin imaginarse jamás que su suerte iba a quedar echada para siempre. Al parecer, cuando los otros menores se metieron al club a secarse, el niño habría intentado un último chapuzón, pero con tanta poca suerte que resbaló antes de la zambullida y, de manera instintiva, se aferró del cable. La descarga lo mató en el acto.

"Deja un vacío muy grande. Tan chiquito... con toda una vida por delante. Su vida era el fútbol, jugaba de 2, era impresionante lo bien que lo hacía. Su sueño era ser jugador de River y yo le tenía fe. Ahora sólo queremos justicia", cerró el padre.


El padre del chico fallecido dijo que sin dudas demandarán a los responsables.