Que en su personalidad predominan los rasgos psicopáticos, porque no tiene compasión ni vergüenza ni arrepentimiento. Y lo más grave, que en su conducta sexual toma al otro como un mero objeto para su satisfacción. Esas revelaciones contenidas en el informe de un psicólogo sobre la conducta de un obrero de 44 años, más otro en el que se reveló que su hija no fabulaba cuando dijo que fue manoseada por su papá y violada en reiteradas ocasiones cuando se separó de su mamá y ella se fue a vivir con él, en Zonda, fueron claves para que el traumático caso contra la menor terminara en una condena de 8 años y 6 meses de cárcel contra ese sujeto, dijeron fuentes judiciales.

El castigo lo aplicó el juez Eduardo Gil (Sala III de la Cámara Penal) y fue el mismo que le propusieron las partes cuando decidieron realizar un juicio abreviado en lugar de un debate común. En ese acuerdo firmado entre la fiscal Leticia Ferrón de Rago, el defensor Fernando Bonomo y A. D. L. (no se identificada para preservar a su hija), el acusado aceptó su responsabilidad y la condena por el grave delito sexual.

La última vez que el condenado intentó abusar de su hija fue el 7 de junio de 2012. En la madrugada de aquel día, la chica, por entonces de 17 años, se resistió al enésimo ultraje de su papá y entre lágrimas huyó de la casa hacia la de una amiga. Con esa jovencita, partieron luego hacia la vivienda de la madre de la víctima, que desde 2009 vivía con el resto de sus hermanos (cuatro en total) en otro lugar tras separarse del detenido.

Entonces la mujer supo que su hija había comenzado a ser manoseada a los 9 años y violada desde los 14. Aquella vez hubo denuncia y la detención del sospechoso, quien negó los cargos hasta que las pruebas lo acorralaron y confesó su autoría en un juicio abreviado.