Para el juez Agustín Lanciani (Sala I, Cámara Penal) no hubo dudas: Fabricio Andrés Oviedo (25) debía ser condenado por disparar y herir de tres balazos a Enrique Ramón Pelayes (65) durante un forcejeo con la víctima, quien se resistió con serio riesgo para su vida a ser asaltado alrededor de las 21.40 del 19 de octubre de 2010 en Jujuy, metros al Sur de Cereceto, en Concepción, Capital.
Así lo consideró ayer el magistrado, cuando aplicó 7 años de cárcel a Oviedo por ese hecho y también por portar un arma de uso civil calibre 32, que nunca fue recuperada pero que dejó dos proyectiles en el brazo derecho de Pelayes (el tercero lo rozó bajo el pecho del costado derecho).
La condena representó una adhesión al planteo del fiscal Gustavo Enrique Manini, quien consideró acreditada la responsabilidad de Oviedo, principalmente porque el chofer no dudó en reconocerlo como el sujeto que lo había abordado en Mendoza y Laprida, Capital, con la excusa de un viaje cualquiera.
Había otra razón para que ese remisero con 20 años de experiencia no se olvidara de Oviedo: a este diario y durante el juicio aseguró que fue el mismo sujeto que (en complicidad con otros dos sujetos) lo había asaltado en la misma zona unos 7 meses atrás.
A pesar de la convicción de Pelayes, el defensor César Porto-Maradona, cuestionó al chofer porque en su declaración describió a un sujeto totalmente distinto a su cliente. Por eso y porque otros testigos ubicaron a Oviedo en otro lugar a la hora del robo, pidió la absolución.
Ahora, podría pedir en la Corte de Justicia la revisión de ese fallo, el tercero en el historial del detenido: registra dos condenas menores, una por drogas y otra por un delito contra la propiedad, dijeron fuentes judiciales.
La traumática experiencia de ser baleado en un ataque de delincuentes no era algo nuevo para Pelayes. Unos cinco años de ese peligroso ataque a tiros en el forcejeo con Oviedo, se había resistido a ser asaltado por dos delincuentes en General Acha y Corrientes, en Concepción, Capital, pero no le fue bien: recibió dos balazos en cada pierna y perdió la radio, el tarifador y el estéreo.

