En el final hubo lágrimas. Las de los parientes de la anciana muerta por asfixia durante un robo, porque sentían que se había hecho justicia a pesar de que esperaban más de los 15 años de pena que les dieron a los dos acusados. Lágrimas también se vieron en los ojos de uno de los imputados, Dimas Paul Valdez (25) porque no esperaba semejante castigo, el mismo que le aplicaron a Nelson Mauricio Fonzalida (31) a quien el fiscal José Eduardo Mallea consideró autor de la asfixia mortal que terminó con los días de la jubilada Irene Andrea Ochoa (85 años) en su casa de Elcano 1279 Sur, en Villa del Carril, Capital, entre las 00,30 y las 00,45 del 30 de marzo de 2009. Irene conocía a Fonzalida de niño porque fue su vecina y era amiga de su abuela.

Quienes no quedaron para nada conformes con el fallo de los jueces Eugenio Barbera, Ricardo Alfredo Conte Grand y Héctor Fili (Sala III, Cámara Penal), fue el defensor de Fonzalida, Leonardo Villalba y los defensores de Valdez, Atilio Yanardi y Alejandro Solera.

Ambos anticiparon ayer que pedirán la revisión del fallo ante la Corte de Justicia porque consideraron probados otros delitos: ayer, pidieron el mínimo de la pena por tentativa de robo calificado y homicidio preterintencional para Fonzalida, y el mínimo del castigo por tentativa de robo y lesiones para Valdez, pues su defensa entendió que nada tuvo que ver con la muerte de la mujer pero sí con las lesiones de su pareja, Vicente Castillo (82, jubilado).

El tribunal falló que ambos debían ser condenados por homicidio en ocasión de robo, pero los defensores cuestionan ese delito porque consideran que del informe forense se desprende que la mujer murió por asfixia por sofocación en su caída al piso y no por la acción de alguien, como la mano de Fonzalida para impedir que gritara.

Sin embargo el fiscal entendió lo contrario. En su relato de los hechos, Mallea describió que Fonzalida, Valdez y un tercer sujeto que no fue localizado, estuvieron bebiendo con otros en una esquina cercana a la casa de Irene. Que Fonzalida varias veces fue a pedir hielo y fue atendido gentilmente por la anciana porque lo conocía de niño. También consideró probado que entre en la primera hora de la mañana de aquel 30 de marzo, treparon un árbol, llegaron al techo y bajaron por el fondo de la casa. Que entonces Irene se levantó por los ruidos y, al salir, se topó con Fonzalida, quien la golpeó y le tapó las vías respiratorias para que no gritara mientras su cómplice golpeaba a Castillo en su dormitorio. ¿Qué necesidad hubo de esgrimir tanta brutalidad y violencia contra dos ancianos indefensos en los últimos años de su vida?, se preguntó ayer el fiscal, al cabo de su alegato.