José Miguel ‘Penca’ Garramuño (30 años) tuvo en sus manos la decisión de no disparar, pero en dos ocasiones prefirió el ‘gatillo fácil’. En un caso casi mató de un tiro en la cabeza a un joven que era rival de uno de sus amigos, en Rawson. En el otro, todo indica que disparó porque sí ya que su víctima, apenas vio el revólver, dejó la bicicleta en la que andaba y huyó aunque igual recibió un balazo desde atrás que impactó en su cintura.

Fueron hechos peligrosos por partida doble en los que ayer Garramuño fue encontrado culpable y condenado a 8 años de cárcel.

Al ‘Penca’ le imputaban haber disparado al menos cinco veces contra Juan Orlando Molina la tarde del 13 de enero de 2015 en el barrio Franklin Rawson, y haber impactado desde atrás en el cuello de ese joven dejándole una bala calibre 9mm alojada en el maxilar derecho. Garramuño andaba con dos amigos, uno de los cuales había tenido problemas con Molina, dijeron fuentes judiciales.

También fue señalado por Víctor Velázquez por haberle disparado dos veces y haberle dado un tiro en la cintura la tarde del 1 de mayo de 2015 en Benavídez casi Colón, en Chimbas. Velázquez paró ahí a conversar con un amigo cuando apareció Garramuño con otro sujeto en moto y lo atacó para robarle la bicicleta.

Ayer, el juez de la Sala I de la Cámara en lo Penal Juan Carlos Caballero Vidal (h), calificó el primer ataque como abuso de arma y portación ilegal de arma de guerra. Y al segundo hecho contra Velázquez, como robo agravado y portación ilegal de un arma de uso civil.

Así, adhirió casi por completo al planteo del fiscal Gustavo Manini, quien pidió tipificar el primer caso como tentativa de homicidio. También solicitó una pena más alta: 12 años de cárcel.
Jorge Olivera Legleu, defensor de Garramuño, había pedido la absolución o considerar la agresión contra Molina como un abuso de arma. Y también aplicar este mismo delito, más el del hurto de la bicicleta, contra Velázquez. Ahora puede pedir la revisión del fallo.

Polémica por una bala

Garramuño había llegado acusado de haber intentado matar a Molina cuando portaba un arma de fuego de uso civil, ya que el juez y el fiscal del caso aludían a que no se había podido acreditar el calibre de la bala que quedó en su maxilar.

Sin embargo de la lectura del expediente realizada por el fiscal Gustavo Manini, se desprendió que en la historia clínica de Molina figuraba que le sacaron el proyectil en el hospital Privado y lo preservaron (en el Rawson no hicieron lo mismo con Velázquez). Y al pedirla durante el juicio, resultó que era 9mm. Así la calificación se agravó, pues ese calibre es considerado como un arma de guerra.