El agente Dante Fernández (32) y Fernando Ariel Illanes (35) se habían conocido en la cárcel. El policía había estado preso por un supuesto abuso, una causa que no prosperó por falta de pruebas. Illanes salió también, porque un tribunal consideró que fue ilegal su detención por el sonado crimen del chef (ver Por otro...).

Esa suerte de amistad los llevó a tener algún contacto, ya libres, y el 12 de febrero de 2015 cuajó en una reunión con dos chicas en la casa del policía en el Loteo San Felipe II, en Chimbas. Allí cenaron, bailaron, bebieron.

Por otro crimen

Antes de ser apresado y quedar en serios aprietos por el homicidio del policía, Fernando Ariel Illanes se había hecho conocido por otro caso resonante: el crimen del chef Carlos Echegaray (47) ocurrido en la casa de la víctima, en Capital, entre el 6 y el 7 de enero de 2014. Quedó libre porque un tribunal entendió que fue detenido de manera irregular. Por ese caso, Claudio Gil (asesino serial de homosexuales) fue condenado a perpetua.

Y entre los varones también pelearon, con un resultado desventajoso y letal para el dueño de casa, que terminó muerto de una puñalada por su ‘amigo’.

Al otro día Illanes se entregó. Y luego ante un juez ensayó la teoría de que él se vio obligado a defenderse con un cuchillo. Sin embargo una de las mujeres que presenció todo y otras pruebas demostraron que, en realidad, el que se ‘volvió loco’ aquella madrugada e inició la pelea fue él. Que en la refriega salió fuera de la casa buscó un ladrillo y se lo lanzó al policía.

Que entró a la fuerza con otro ladrillo hasta volverse a trenzar a golpes y terminar el pleito con un gran cuchillo que tomó de la cocina.
Ante la vista de vecinos, se fue con el cuchillo en la mano y lo intentó esconder en una acequia.

Por esas evidencias fue que al momento de ser enjuiciado, prefirió acordar el trámite abreviado con la fiscal Leticia Ferrón de Rago. A través de su defensor oficial Marcelo Salinas, aceptó el delito de homicidio simple que le atribuían y se mostró de acuerdo en recibir 8 años de cárcel.

El juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) aceptó el acuerdo y le aplicó el mismo castigo.