Un enólogo devenido en remisero, de 52 años, ratificó ayer ante el juez Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal) un acuerdo de juicio abreviado en el que acepta cumplir 12 años y 6 meses de cárcel por los graves delitos sexuales cometidos contra su propia hija. Esas maniobras se extendieron entre los 13 y los 17 años de la chica y ocurrían cuando lo iba a visitar (el matrimonio está separado) e incluyeron manoseos, un violento debut sexual con una violación en un hotel alojamiento, la corrupción de su sano sentido del sexo con la práctica reiterada de los abusos, la lectura y la exposición a pornografía. Y, lo más aberrante, la participación de la jovencita en triángulos sexuales que incluían a su padre y los clientes con los que la prostituía. Dos de esos encuentros, con un desconocido, ocurrieron en una habitación acondicionada con luces y música en la casa del sospechoso. Y otro más, con otro sujeto, en un hotel alojamiento, dijeron fuentes judiciales. En la investigación, no se pudo establecer quiénes fueron esos clientes.

Tal fue el estado de depravación al que fue sometida la adolescente que -según el expediente- en una ocasión su padre le dijo que dejaría de abusar de ella sólo si le ‘servía en bandeja’ a una amiga. O que tuviera relaciones sexuales con uno de sus hermanos porque ‘era normal’, aunque después terminó celándola.

El acusado (no mencionado para preservar a la víctima) siempre negó los gravísimos delitos en su contra. Al comenzar la investigación, atribuyó todo a una suerte de venganza de su exesposa y deslizó que tal vez un ‘curandero’ o un novio de la víctima tendrían vinculación con los ultrajes.

Sin embargo las pruebas en su contra fueron contundentes. Así, se destacaron los testimonios o el informe psicológico de la chica, revelador de que había sido víctima de aberrantes prácticas sexuales que torcieron su sano sentido del sexo y ligaban directamente al padre como causante.

Por eso fue que el acusado resolvió que lo más conveniente era aceptar su responsabilidad y a través de su defensor, Federico Pretrignani, firmó un acuerdo de juicio abreviado con la fiscal de Cámara Penal Alicia Esquivel Puiggrós, precisaron los voceros.

La terrible experiencia de la jovencita se conoció el 8 de agosto de 2011, cuando tenía 17 años. Ese día su abuela materna recibió un llamado anónimo en el que un hombre la ponía al tanto de que su nieta era abusada por su padre. Aquella vez la mujer le avisó a un hermano de la chica, quien se trasladó con su padrastro hasta la casa de su padre en Chimbas y, con excusas, la sacaron para llevarla al Parque de Mayo. Allí la interrogaron sobre el espinoso tema y obtuvieron una negativa inicial de la niña, pero cuando insistieron la jovencita se quebró y les contó su traumática vivencia.

Ahora, el juez Juan Carlos Peluc Noguera, debe resolver.