Para María Traslaviña (42) no hay consuelo posible. A un costado del gran reservorio de agua para regar una finca en Pocito, la mujer no para de llorar mientras retuerce sus manos, nerviosa, aturdida, con la mirada perdida en ese espejo de agua donde los bomberos arrastran una y otra vez una soga con un gancho en busca de un albañil de 50 años, Manuel Zapata, y su nene de 10, Nicolás: el esposo y el mayor de los tres chicos de María. La mujer se resiste a creer en esa desgracia que todos ya dan por hecho porque nadie los vio salir del agua. Y aferrada a su esperanza, suplica: ’Dios mío no… seguro que no están ahí, por favor Dios ayúdame’, dice entre lágrimas, rodeada por los brazos de su hermana y otros familiares que no se le despegan.

El de ayer había sido un día con planes muy distintos: era jornada de festejo, de encuentro familiar. Porque Gladys Traslaviña, la hermana de María, cumplía años, y había invitado a sus íntimos a comer y pasar el día en su casa del Loteo Santa Ana, en Pocito.
Por eso Manuel, María y sus niños de 10, 7 y 5 años habían salido de su casa en el asentamiento San José, Rawson, para sumarse a esa modesta fiesta familiar. Y todo marchó bien hasta que -según Gladys- su sobrino Jonathan (10), apareció en la casa para decirles que estaba con Nicolás cuando lo vio hundirse en ese reservorio de unos 40 metros de ancho por unos 100 de largo y unos 5 de profundidad de la finca Sánchez, en calle 6, pegada al Loteo Santa Ana, frente al ingreso mismo del camping del Sindicato de Luz y Fuerza, en Pocito.

Habían pasado unos minutos de las 16.30 de ayer cuando todo se alteró. En el acto, Manuel y María corrieron a mil hasta el lugar, seguidos por varios niños. Pero mientras la mujer se abrió paso para pedir ayuda en una casa vecina, Manuel trepó las 13 hebras de alambre con púas que rodean el reservorio y se metió al agua para rescatar a su hijo. Cuando María volvió, supo por los niños que Manuel también había desaparecido.

Entonces el asunto llegó a la Policía, pronto arribaron al lugar efectivos de la subcomisaría Ansilta al mando del subcomisario Marcelo Oro y el principal Walter Tejada. Del Comando Radioeléctrico, de la Regional Sur dirigidos por el comisario inspector Mario Riveras. Y los Bomberos dirigidos por el comisario Marcelo Heredia y el subcomisario Pedro Noriega.

Fue el equipo de buceo de Bomberos (el oficial Daniel Domínguez, el sargento José Haucher y el agente Maximiliano Carballo), los que hallaron enseguida, a las 19.40, los cuerpos de padre e hijo, separados a poco más de un metro, en el fondo con forma de embudo del reservorio.

Fue entonces que María, optó por separarse de la escena: ’No quiero verlos’, dijo, destrozada.