"Me sorprende la manera en que actué. Me dio mucha bronca ver cómo le pegaban a la gente que estaba indefensa". Así explicaba Jorge Puga (38) la increíble y arriesgada decisión que tomó ayer en la boutique que tiene su madre en calle José Dolores, al Oeste de Gral. Acha, en Rawson. Dos "motochorros" con rostros cubiertos (uno con casco) redujeron a golpes a tres clientes, a una empleada y a su hija, de 21 años. Después hicieron lo mismo con Puga. En medio del asalto, el ladrón armado se le fue encima al joven y comenzaron a forcejear. Increíblemente, los ladrones recularon hasta la puerta y Puga, a los golpes, les hizo caer la pistola y un casco, contó la víctima. Los delincuentes lograron escapar en moto con algo de plata y algunas cosas, y no dispararon porque el arma estaba descargada.
El asalto ocurrió alrededor de las 13 en la boutique y regalería "Mirtha", en Rawson. Allí se encontraban la empleada Bárbara Torres con su hija María José (21) y tres clientes. Una de las compradoras era Nancy Pereyra, que había ido a comprar un regalo para su tío.
"Los tipos entraron y uno se fue donde estaba la chica (María José) y le pegó una cachetada. La agarró de los pelos y la golpeó contra el mostrador", contó Pereyra, a quien le sacaron unos anillos.
Los ladrones también golpearon a un cliente y tiraron a las 5 personas al piso. En ese momento Puga estaba en una computadora del depósito y salió al salón al escuchar unos gritos. Allí se topó con los rehenes en el piso y con uno de los malvivientes encañonándolo para que se arrodillara, contó Puga, quien agregó que le sacaron $1.000 de su billetera.
Reducidas las víctimas, el ladrón armado empezó a golpear de nuevo a la gente, mientras su cómplice sacaba algunos relojes y otras cosas de la mercería.
Ahí fue cuando Puga se "sacó". Desencajado, llevó a los empujones al ladrón armado hasta la puerta. El cómplice también enfiló en esa dirección. Al llegar a la entrada, Puga le sacó el casco al delincuente de una cachetada y con otra embestida, le hizo volar la pistola 9mm.
Los ladrones se subieron a una moto (sería una 125cc.) y Puga los persiguió a pie una cuadra. Más tarde, una ambulancia trasladó al joven y la hija de la empleada al Hospital Rawson, donde fueron asistidos por unos golpes leves.
Después del robo, los efectivos de la seccional 6ta. comprobaron que la pistola no tenía cargador y tampoco bala en recámara, algo que explicaba por qué no habían disparado. También supieron que esa arma pertenecía a un efectivo de la Policía Federal, informaron fuentes policiales.
"En ese momento no pensé, estaba sacado. Ahora en frío, creo que no volvería actuar de la misma manera", precisó Puga.

