El mismo sospechoso terminó por delatarse el día que lo invitaron a un cumpleaños en esa casa de Santa Lucía en la que acostumbraba a quedarse los fines de semana porque es pariente lejano y viejo conocido. Llegó a la madrugada del 11 de noviembre de 2012, nervioso. No quiso entrar y en medio de un tartamudeo, dio a entender que el chico de 11 años de la familia lo buscaba. Cuando el niño en cuestión asomó por la ventana y confirmó parte de esa confusa versión, el padre del menor quiso darle su merecido al sujeto pero no pudo por una lesión en una pierna. Ese día el acusado escapó a toda carrera, pero cayó enseguida porque el jefe de hogar puso en el acto la denuncia luego de escuchar de su hijo el relato de dos aberrantes casos de abuso en su contra que, por poco, no terminaron en violación. El niño no había dicho nada antes porque el detenido lo tenía amenazado.

Ese sospechoso se llama Roberto Daniel Brottier, un changarín de 45 años, analfabeto y con un leve retraso mental que, sin embargo, no le impide comprender cuando un acto es criminal y, por lo tanto, es ante la ley alguien imputable y penalmente responsable, dijeron fuentes judiciales.

Ayer fue trasladado a la Sala II de la Cámara Penal y ante el juez Juan Carlos Peluc Noguera (ahora debe sentenciar), admitió los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores. Y ratificó su decisión de recibir 10 años y 8 meses de cárcel. Ese fue el acuerdo de juicio abreviado al que arribó a través de su defensa con la fiscal Alicia Esquivel Puiggrós.

La principal prueba contra Brottier es el informe psicológico sobre el daño psíquico en el menor por las traumáticas situaciones: el intento de violación que sufrió una madrugada de octubre de 2012 cuando se levantó al baño y el acusado, que dormía en un sillón, lo sorprendió. Y otro unos días después cuando lo metió a un baño y no sólo quiso violarlo sino que obligó al niño a hacerle lo mismo, indicaron los voceros.