Ya nada es igual desde hace un año en esa casa del barrio Rivadavia Norte donde vivía Cecilia Coria Olivares (25) antes de aventurarse a Nerja, España, detrás de su hermano Carlos y para conocer nuevos horizontes. "La alegría desapareció gracias a este mal parido y ya no quedan ganas de nada", aseguró ayer su padre Julio junto a su esposa, Estela, impotentes, con bronca. Sólo las fotos de Cecilia sobre mesas y muebles de la vivienda mantienen fresco el recuerdo de aquella joven que quería estudiar para ser nutricionista y que encontró su final de la peor manera: asesinada a manos de su ex novio marroquí de nombre Icham, que se resistía a que la joven quisiera romper una conflictiva relación amorosa. La mató de 15 puntazos cuando Cecilia estaba trabajando en un bar de esa localidad española la mañana del 28 de septiembre de 2008.
Pero su muerte no pasó desapercibida en esa parte de España y a un año de su desaparición, se multiplicaron los homenajes, las misas y el caso se convirtió en el estandarte de grupos feministas y otros que están cansados del maltrato y la violencia que sufren las mujeres en esa parte de la península ibérica.
Asi, el lunes pasado en el ayuntamiento (municipio) de Nerja se realizó una masiva marcha al conmemorarse el año del crimen de la sanjuanina con la presencia de su hermana Vanesa, y de las asociaciones de mujeres (agrupadas en la lucha contra la violencia de género) que usaron el caso de Cecilia para que no les suceda lo mismo a otras y se animen a denunciar a sus agresores, contaron ayer sus padres.
Hoy, estaba previsto que a las 8 (hora española) se realice una misa en la iglesia El Salvador de esa ciudad, donde a pocos metros mataron a la joven. "No se pudo hacer la misa este lunes porque estaba ocupada la iglesia", contó Julio Coria, que aún no puede soportar el amargo trago de haber perdido a la menor de sus tres hijos.
La historia de Cecilia Coria era la de una chica que quería conocer y se fue de un día para el otro a Nerja. Llegó y a los días encontró trabajo. Desde allí, se enamoró de esa ciudad y, al tiempo, de quien años después se convertiría en su verdugo. Era simple, alegre, trabajadora y siempre andaba a las risas o "cargando" a su hermana Vanesa, contaron sus padres.
Sin embargo, había una trama oculta. Cuando llamaba, nunca contaba a sus padres del calvario que le hacía vivir el marroquí, un sujeto celoso y posesivo que ni le permitía tener amigos. Tanta fue la violencia y las amenazas, que una vez hasta le prometió que a la Argentina volvería en un cajón. Por eso le prohibieron acercarse a 500 metros, pero Icham cumplió su promesa delante de varios testigos. A comienzos del próximo año, el sujeto será enjuiciado.

