Momentos de tensión tras el crimen.
 

Días atrás, una figura humorística por demás relevante en el mundo llegó a Argentina en el marco del lanzamiento del Circo Rodas. Es Carlos Villagrán, más conocido como Quico, su personaje en El Chavo del 8. Seguramente, en una nueva visita al país, recordó lo que fue uno de los peores días de su vida: el 4 de mayo de 1997, cuando la muerte de una persona opacó su gira con el Circo Australiano por San Juan.

Hace un poco más de 22 años se registró uno de los hechos policiales más resonantes de la provincia, que tuvo lamentablemente al mexicano como uno de los actores protagónicos. Resulta que aquella noche de otoño en San Juan, más precisamente en una carpa gigante en el predio que estaba detrás de la Terminal capitalina, todo hacía indicar que decenas de familias iban a disfrutar del show circense del momento, pero un imprevisto fatal convirtió las risas y lágrimas.

Dos sujetos, uno de ellos cordobés, Mauricio Gustavo Ferrando (25 años en aquel entonces), y otro mendocino, Alberto Santos Mirabile (38), fueron los encargados de arruinar junto a otros cómplices, una noche mágica. Luego de “estudiar” la zona del circo durante varios minutos y de que la función comenzara a rodar, se decidieron a cumplir el objetivo y dar el golpe.

Las afueras del circo tras el crimen.
 

Estacionaron el Fiat Uno en el que se trasladaban al lado de la carpa del circo y después burlaron la seguridad de los tres policías que había en las inmediaciones, Sí, se dirigieron hasta las boleterías y allí, a punta de pistola, asaltaron a la esposa del dueño, Hilda Esther Alex. Los delincuentes ingresaron al pequeño tráiler y fue allí donde la mujer, junto a un boletero, les entregaron 30 mil pesos de la recaudación diaria.

Sin embargo, Mirabile y Ferrando no se conformaron e insistieron con una caja fuerte con más dinero, pero les dijeron que no tenían más en aquel lugar. El revuelo fue tal que sorprendió al propietario del circo, Juan Carlos Iovanovich, quien en ese momento se encontraba viendo la función desde lo alto. El hombre bajó hasta el tráiler del escándalo y se encontró con la tremenda situación.

Los delincuentes lo amenazaron con matar a su mujer si no les daban más plata, pero Iovanovich no se me amedrentó y enfrentó a Mirabile, que tenía un revólver en su mano. Luego de una serie de forcejeos, el propietario recibió un par de disparos y, lejos de caer, siguió luchando con el ladrón mendocino. Los asaltantes zafaron y, al emprender la fuga, hirieron a balazos a Hilda Alex.

El hombre , sangrando, intentó perseguirlos, pero se desplomó en la entrada del tráiler y murió, mientras que los malvivientes se subieron al auto en el que andaban (después comprobaron que era robado) y escaparon hacia el Sur, con destino a Mendoza.

El traslado de los asesinos, ambos condenados con duras penas.
 

A los pocos días ambos sujetos, junto a los supuestos cómplices fueron apresados en la vecina provincia y, tras un tire y afloje con la Justicia mendocina, la Policía de San Juan trajo a los apuntados. Un año después, los delincuentes fueron condenados.

Mirabile recibió prisión perpetua bajo los cargos de “homicidio agravado por conexidad delictiva o criminis causa” y por “robo agravado por el uso de arma”, y murió a causa de una enfermedad cumpliendo prisión domiciliaria, mientras que a Ferrando se lo sentenció a 24 años de cárcel bajo la carátula de “tentativa de homicidio agravado por conexidad delictiva o criminis causa” y por “robo agravado por el uso de arma”.

Sin embargo, y sin minimizar la gravedad del terrible hecho, la presencia de Quico en aquel circo hizo que el crimen trascendiera las fronteras de la provincia y también del país. El mismísimo Carlos Villagrán, el que se hizo famoso en la pantalla chica de la mano de Chespirito, fue el encargado de anunciarle al público sanjuanino, en plena función, que la noche había terminado por el terrible asesinato.

“Vamos a suspender la función. Acaban de asaltarnos y han matado al dueño del circo”, dijo Villagrán.

El comediante azteca se refugió en el hotel Alkazar y ordenó que nadie lo moleste. Días posteriores, cuando la calma comenzaba a volver a San Juan, habló con la prensa y se mostró conmocionado por lo ocurrido.

Emprendió el viaje a su país de origen y seguramente, con los años, las heridas de aquella noche de mayo, sanaron. Pero es difícil que pueda olvidar aquella trágica noche en Argentina, en San Juan, en esa carpa del Circo Australiano ubicada detrás de la Terminal de Ómnibus, donde la muerte borró por completo la sonrisa de cientos de personas.

 

Fuente: archivo de DIARIO DE CUYO, sanjuanalmundo.org y redacción