El día que su vida y la de sus tres hijos dio un vuelco fue el 29 de junio de 2017. Analía volvía de aprobar un parcial y para festejar los llevó a tomar un helado. El más chico, que entonces tenía 3 años, tenía la boca llena de chocolate y a ella se le ocurrió decirle en chiste que fuera a darle un beso a su papá para mancharle la camisa. La respuesta que recibió la dejó en shock: "Mamá, no quiero ir con papá porque me baja los pantalones y me toca la cola".

 

Con el chico aferrado todavía a su pierna, la mujer increpó a su pareja, un bombero de la localidad de Ensenada, y le preguntó si lo había escuchado. Después de unos instantes que parecieron eternos, lo escuchó responder: "Se debe haber confundido de cuando jugamos a las cosquillas y lo pellizco ahí".

 

El nene no la soltaba pero al escuchar a su papá empezó a desmentirlo a los gritos tratándolo de "mentiroso" y "malo", recordó Analía en diálogo con El Día. A pesar de los intentos del acusado por amedrentarla, la mujer fue a denunciarlo esa misma noche. Sin embargo, dos años después, con 3 órdenes de restricción perimetral y una denuncia de 160 fojas, todavía no puede vivir tranquila.

 

Su hijo pasó por la revisión médica correspondiente y declaró en cámara gesell. En ambos casos se constató el abuso, y poco después sus hijas le confesaron que a ellas también las había "manoseado". A pesar de ello, el acusado sigue trabajando en el lugar de siempre y ahora también la amenaza y la acosa en la calle.

 

La mujer compara todo lo que ocurrió después de que presentara la denuncia con una "suerte de nuevo abuso", que tanto ella como sus hijos tuvieron que soportar sin que les reportara ninguna solución. "Nosotros que somos las víctimas vivimos encerrados por miedo y él anda por la calle como si nada", concluyó.