Gabriel Ruz (22) había salido a un cumpleaños. Su mujer optó por no acompañarlo y enfiló con los dos pequeños hijos de la pareja hacia la casa de su madre, a cuidarla tras una operación en un oido. Ayer en la madrugada la humilde casa de la pareja había quedado deshabitada, con la luz de afuera encendida y el ocasional cuidado que pudieran darle los padres del joven, que viven en el fondo, a unos 40 metros. Pero en la madrugada de ayer nadie escuchó cuando un grupo de delincuentes (al menos cinco) reventaron un hierro que sujetaba el candado, abrieron la puerta a patadas y literalmente dejaron a Gabriel sin nada: un lavarropas, un secarropas y un ventilador comprados hacía tres días, además de un televisor, un pequeño radiogrador, unos 500 pesos, toda su ropa y calazado y las de sus pequeños hijos de 4 años y 6 meses (incluidos los bolsones de pañales), fueron robados en un golpe hormiga que fue descubierto por conocidos de la familia que volvían de un corso y casi genera una tragedia: cuando los ladrones fueron descubiertos, uno de ellos amenazó con un pistolón a los conocidos para que no avisaran a los padres de Ruz. Y después no dudaron en atacarlos a tiros cuando el padre del damnificado y otros amigos los persiguieron hasta el Lote Hogar 34, haciéndolos desistir a la fuerza.

Según la madre de Gabriel, Silvia Ruz, todo eso pasó alrededor de las 4,30 de ayer en una humilde vivienda ubicada en calle 9 de Julio al 4.591 Oeste, a una cuadra del canal Céspedes, en La Bebida, Rivadavia.

"Hasta tomaron vino adentro, se llevaron el bolso con la ropa y el calzado de mi hijo que trabaja en Gualcamayo y arriesga su vida con explosivos para comprarse las cosas, para que estos hijos de p… se las lleven, hasta se dieron el lujo de llevarse las cosas con papeles’, dijo ayer la mujer, indignada.

Según la mujer, en el robo que sufrió su hijo mucho tiene que ver un baldío que correponde al fondo de una biblioteca popular y no es cerrado a pesar de los reclamos de varios. "Los vecinos piensan que son mis hijos, pero no es así, en este baldío se juntan delincuentes y drogadictos y nadie les puede decir nada porque son muy peligrosos. De noche es una boca de lobo, acá vienen a dejar las cosas que roban o acá se esconden cuando roban todas las noches en el puente del canal. Nada les tiene que haber costado ver que anoche la casa estaba sola’, dijo la mujer.

Ayer reclamó mayor seguridad e insistió en el reclamo de cerrar el baldío contiguo al predio de su casa. "Menos mal que mi marido y los chicos se devolvieron cuando les tiraron, porque las cosas materiales se pueden conseguir, ¿pero si mataban a uno?. Alguien tiene que hacer algo’, reclamó ayer Silvia Ruz.